No obstante, estos niveles están lejos del 120% que alcanzó hace escasos años con la resaca de la crisis del covid. El fuerte crecimiento del PIB nominal ha ayudado a rebajar los niveles de deuda. Ahora, se espera que el impacto de los fondos europeos en la productividad, el crecimiento y los costes de financiación permitan reducir aún más la deuda pública, una previsión que hacen desde el BCE, pero que a la vez oculta una advertencia: esta misma previsión ha sido revisada muy a la baja ante la incapacidad de España de ejecutar (gastar) buena parte de estos fondos. La primera previsión que se realizó en 2022 hablaba de que los fondos europeos ayudarían a España a reducir la deuda pública entre 12 y 14 puntos, pero la incapacidad para gastar el dinero ha rebajado esa previsión de forma considerable.
El programa Next Generation EU (NGEU) sigue desempeñando un papel crucial en la recuperación económica de la eurozona tras la pandemia, con un impacto significativo en países como España. Según el informe del Banco Central Europeo «Four years into the Next Generation EU programme», los fondos europeos no solo estimulan el crecimiento económico, sino que también reducen las ratios de deuda pública sobre PIB. «El NGEU tiene el potencial de transformar las economías europeas si las inversiones y reformas se implementan a tiempo y de manera efectiva», destacan los autores. Una oportunidad que puede verse limitada por cómo se apliquen estos fondos y la eficiencia de estos.
Next Generation es el fondo masivo que la Comisión Europea puso encima de la mesa en 2020. El programa de más de 750.000 millones de euros buscaba reactivar una economía de la región que había sido golpeada por el covid. Este plan busca matar dos pájaros de un tiro, apoyar la recuperación económica de la región al tiempo que se imponen objetivos climáticos y de digitalización. El dinero se divide en 360.000 millones en subvenciones y en 360.000 millones en préstamos de larga duración, a devolver en un periodo estimado entre 2028 y 2058.
En el caso de España hasta este año ya se había recibido cerca de 37.000 millones de euros desde que se puso en marcha y este último año se recibieron transferencias por valor de 7.538 millones. Este último dato muestra las dificultades para aterrizar estas ayudas pues para 2024 estaban presupuestados 34.134 millones de euros. En total a España se le han asignado unos 140.000 millones euros con unos 70.000 millones en subvenciones y el resto en préstamos. El motivo es que fue en el país ibérico (y en Italia) donde más impactó la pandemia.
España es uno de los principales beneficiarios de la Facilidad de Recuperación y Resiliencia (RRF), con un acceso estimado de hasta 41.500 millones de euros en préstamos, además de las subvenciones. Según el informe, «los fondos RRF son aditivos en un 80%, lo que significa que proporcionan un estímulo fiscal genuino en lugar de sustituir gastos ya planificados». Este componente adicional resulta clave para impulsar la inversión pública y, a través de ella, estimular la economía.
El impacto de estos fondos en la deuda se manifiesta a través de tres canales principales: el fiscal, el de las reformas estructurales y el de las primas de riesgo. «El estímulo fiscal derivado de las inversiones públicas incrementa la capacidad productiva a largo plazo y proporciona un impulso inmediato a la demanda agregada», señala el BCE. Además, la reducción de las primas de riesgo en países como España tras el anuncio del programa NGEU ha permitido aliviar los costes de financiación. Una de las características más destacadas del programa es su enfoque en la sostenibilidad y la digitalización. «Al menos el 37% de los fondos debe destinarse a proyectos verdes y el 20% a iniciativas digitales», recuerda el informe. En España, estos recursos se han orientado a infraestructuras verdes, estaciones de carga para vehículos eléctricos y digitalización de pymes, entre otros.
El impacto sobre la deuda es una de las principales ventajas de estos fondos. El BCE estima que, en el caso de España, el NGEU podría reducir la ratio deuda/PIB en hasta 8 puntos porcentuales para 2031. Esto se debe, en parte, al efecto combinado de un mayor PIB nominal y menores costes de financiación. «El componente de subvenciones del NGEU, que no se contabiliza como deuda nacional, tiene un impacto directo en la mejora de las cuentas públicas», explican los analistas. Sin embargo, el BCE advierte de que España podría estar desaprovechando su oportunidad ya que es bastante menos que los 14 puntos que de recorte que presupuestaban hasta ahora.
Sin embargo el principal problema viene, principalmente de la baja ejecución de estos fondos, algo con lo que no contaba el BCE y que no solo se ha dado en España pero que es uno de los que más lo siente al ser el segundo máximo receptor. Y es que la ejecución de los fondos no ha estado exenta de desafíos. Según el informe, «los retrasos en la implementación han reducido el impacto económico inicial del programa». En el periodo 2021-2023, los gastos financiados por la RRF en la eurozona se quedaron por debajo de las expectativas debido a limitaciones administrativas y a la inflación. A pesar de ello, se espera que los recursos pendientes se desplieguen principalmente en los próximos años.
Este es el motivo por el que se ha producido la revisión a la baja de las previsiones sobre la reducción de la deuda pública en relación al PIB. En el caso de España, las estimaciones iniciales del BCE apuntaban a una disminución de la ratio de deuda de 14 puntos porcentuales para 2031 gracias al impacto del NGEU. Sin embargo, estas cifras han sido rebajadas hasta los 8 puntos porcentuales. «Los retrasos en la implementación de las inversiones y reformas han reducido el impacto proyectado en el crecimiento potencial y, por ende, en la capacidad de reducir la deuda», señala el informe. A esto se suman las presiones inflacionarias y las limitaciones administrativas, que han provocado una ejecución más lenta de los fondos y un menor efecto acumulado en los primeros años del programa. Este ajuste pone de manifiesto la importancia de acelerar la ejecución de los proyectos pendientes para maximizar los beneficios del programa en los próximos años.
La baja implantación es algo que preocupa seriamente al BCE que en su informe deja claro que es algo con lo que no se había contado y que puede lastrar de forma clara el impacto positivo que preveían de los fondos. «Es probable que el impacto positivo esperado en el producto se materialice más tarde de lo previsto inicialmente y esté sujeto a riesgos a la baja» explica el documento. Concretando más, explica que esto se debe «en gran medida a los retrasos en la implementación de planes nacionales de inversión y reforma».
Las reformas estructurales asociadas al programa también son cruciales para garantizar un impacto duradero. «Las reformas incluidas en los planes nacionales buscan modernizar las economías y aumentar su resiliencia a medio plazo», subraya el BCE. En España, estas medidas se han centrado en el mercado laboral y la eficiencia energética, lo que podría contribuir a mejorar la productividad y el crecimiento potencial.
Los efectos de estas reformas van más allá del crecimiento económico. «Una mayor eficiencia en el uso de los recursos no solo aumenta el PIB potencial, sino que también refuerza la sostenibilidad de las finanzas públicas a largo plazo», destaca el informe. Esto se traduce en una menor presión fiscal y un alivio de las tensiones presupuestarias. A pesar de las buenas perspectivas, los riesgos no desaparecen. «La efectividad del programa dependerá de que los Estados miembros implementen completamente las inversiones y reformas acordadas para 2026», advierte el BCE. En este sentido, España deberá redoblar sus esfuerzos para acelerar la ejecución de los proyectos pendientes sin comprometer su calidad.
En cualquier caso, son esos problemas estructurales y las reformas las que preocupan a algunos economistas y que pueden hacer que esa bajada de deuda que ya es menor de lo esperado se de totalmente la vuelta en años posteriores.
Otro aspecto relevante es el efecto del programa sobre la calidad del gasto público. Según el informe, «la composición del gasto en países como España ha cambiado hacia partidas con un mayor impacto en el crecimiento, como las energías renovables y la inteligencia artificial». Esto refuerza el papel transformador del NGEU, no solo como un estímulo temporal, sino como un catalizador de cambios estructurales.
Los beneficios del programa no se limitan al ámbito nacional. «La reducción de las primas de riesgo en países de alto endeudamiento como España e Italia contribuye a estabilizar los mercados financieros de la eurozona», afirman los autores. Este efecto indirecto refuerza la cohesión económica y reduce las divergencias entre los Estados miembros.
De cara al futuro, el BCE destaca la necesidad de una estrategia equilibrada. «La velocidad no debe comprometer la calidad de las reformas e inversiones», recalca el informe. Esto será especialmente importante para maximizar los beneficios del programa y evitar un impacto negativo en la percepción pública.
En términos generales, el NGEU ha demostrado ser una herramienta eficaz para abordar los retos económicos tras la pandemia. Sin embargo, como concluye el BCE, «es demasiado pronto para evaluar plenamente su efectividad». Los próximos años serán decisivos para consolidar su impacto en el crecimiento económico y la sostenibilidad fiscal.
Por su parte el BCE estima que las ayudas están teniendo un impacto muy leve en la economía de la región de solo un rango del 0,1% y del 0,2% al año hasta ahora. «Este efecto es mucho menor del estimado inicialmente (0,5%) que daba por hecho una implementación rápida y completa de los planes». Sin embargo creen que en los próximos años se expandirá, «se proyecta que estas ganancias oscilarán entre el 0,3% y el 0,8% para 2026, el año de implementación final, con efectos persistentes del 0,2% al 0,6% para 2031»
Además creen que no ha tenido efecto en la inflación dado que «las reformas se extienden más allá de los factores cíclicos» por lo que no afectaría de forma excesiva a los precios. «Los efectos podrían alcanzar los 0,3 puntos (extra a los precios) en Italia y Espala» los países «que son los principales beneficiarios».
España, como uno de los mayores beneficiarios del programa, tiene ante sí una oportunidad histórica. Si logra implementar las reformas e inversiones con éxito, no solo reforzará su economía a corto plazo, sino que también sentará las bases para un crecimiento más sostenible y una reducción significativa de su deuda pública.
La evolución de la deuda española, al menos según marcan las estimaciones de los principales expertos e instituciones, marca una senda descendente. En su último informe sobre el país ibérico realizado en noviembre, Fitch Ratings defendía que el endeudamiento de este país «ha disminuido 14 puntos porcentuales desde su pico pandémico del 119,3% (2020). En el marco del Plan Fiscal y Estructural de Medio Plazo (PMMP 2025-2028), se ha fijado el objetivo de situar la deuda por debajo del 100% del PIB en 2027, respaldado por superávits fiscales primarios a partir de 2025 y un elevado crecimiento del PIB nominal».
A corto plazo la comisión europea cree que 2026 será el año clave cuando la deuda se desinfle hasta el 101,1% para, a partir de entonces «estabilizarse en gran medida». Sin embargo, la institución señala claramente el motivo de esta reducción: «el diferencial favorable entre tipos de interés y crecimiento».