En este sentido, ha expresado la necesidad «revisar periódicamente» la calibración de la orientación de la política monetaria del BCE en consonancia con la información recibida sobre la dinámica de la inflación subyacente, por lo que considera «muy adecuado» el enfoque reunión por reunión del Consejo de Gobierno a la hora de fijar los tipos de interés.
Sobre esta cuestión, Lane ha señalado que la subida acumulada de 300 puntos básicos acumulada en las tasas de interés de la eurozona desde julio de 2022 representa el ciclo de subida de tipos más rápido en la historia de la zona del euro. Asimismo, ha defendido que el nivel de incertidumbre sobre el impacto de la política monetaria es mayor para la zona del euro que para otras economías, en vista de los cambios estructurales asociados con la formación de la unión monetaria en 1999. De este modo, según los distintos modelos empleados por el BCE, el importante endurecimiento iniciado en diciembre de 2021 «ha tenido efectos sustanciales» en las condiciones de financiación de la zona euro hasta el momento, mientras que su transmisión a la actividad y la inflación «está empezando a materializarse».
En concreto, el análisis del banco central sugiere que el aumento de tipos acometido desde julio del año pasado se ha trasladado «casi en su totalidad» a las tasas del mercado monetario a corto plazo, transmitiéndose con relativa fluidez entre los segmentos del mercado y las jurisdicciones.
En este sentido, ha señalado que los costes de financiación bancaria están aumentando rápidamente, y las condiciones de préstamo más estrictas a las que se enfrentan los bancos hoy en día para refinanciar sus activos se reflejan en tipos de interés más elevados para empresas y los hogares, mientras que los rendimientos de los bonos bancarios de la zona del euro han aumentado en más de 300 puntos básicos desde diciembre de 2021 y los mayores costes de financiación para los bancos se están trasladando a los prestatarios.
Sin embargo, Lane ha advertido de que el importante exceso de ahorro acumulado por los hogares de la zona euro durante la pandemia seguirá actuando como amortiguador del consumo durante este período de alta inflación y ejercerá una presión a la baja sobre el precio del capital.
«Ambos efectos podrían amortiguar la transmisión de unos tipos más altos a la economía y la inflación», ha apuntado, mientras que, en su opinión, el apoyo a una mayor demanda puede ser solo parcial, ya que una gran parte del exceso de ahorro fue acumulada los hogares más ricos con una menor propensión a consumir y porque también es probable que una parte sustancial se reabsorba a través de una dinámica de endeudamiento más débil y para financiar los aumentos de precios de artículos esenciales como alimentos y calefacción.
Por otro lado, combinando información del análisis basado en modelos e información basada en encuestas y mercados, el BCE calcula que el endurecimiento de su política monetaria ha contribuido a un aumento en las tasas de interés a corto plazo de 90 puntos básicos en 2022, llegando a alrededor de 300 puntos básicos en 2023 y 2024, y 240 puntos básicos en 2025, así como a subidas de los tipos a largo plazo en torno a los 130 puntos básicos. De este modo, la institución estima que este endurecimiento ya ha reducido la inflación en alrededor de 0,2 puntos porcentuales en 2022, aunque apunta que el considerable decalaje entre las acciones de política monetaria y su impacto en la inflación implican que «la mayoría de los efectos solo se espera que se materialicen a partir de 2023».
Sin embargo, Lane ha advertido de que los impactos sobre el crecimiento del PIB ocurren mucho antes en la mayoría de los modelos, y se espera que «el efecto máximo se produzca este año». De esta manera, se estima que la inflación será alrededor de 1,2 puntos porcentuales más baja en 2023 y 1,8 puntos porcentuales más baja en 2024 como resultado del ajuste del BCE, mientras que el impacto negativo en el crecimiento del PIB real se estima en alrededor de 1,5 puntos porcentuales en promedio durante los tres años.
Asimismo, los modelos del banco central calculan que reducir su cartera de activos a un ritmo acumulado de 500.000 millones de euros durante 12 trimestres contribuye a reducir la inflación en apenas 0,15 puntos porcentuales y el PIB en 0,2 puntos porcentuales.