De cara a los dos próximos ejercicios, el organismo mantiene sin cambios sus estimaciones del crecimiento económico español, en el 1,9% para 2025 y en el 1,7% para 2026. En cuanto a los precios, la proyección se eleva en una décima para ambos años, hasta el 2% y el 1,8%, respectivamente. El Banco de España añade que, para el segundo trimestre de este año, la información coyuntural más reciente apunta a que la actividad económica en nuestro país seguiría presentando un ritmo de expansión apreciable. Así, la tasa de crecimiento durante este período podría situarse en el entorno del 0,5% intertrimestral.
A lo largo del horizonte de proyección, la demanda interna será el principal soporte de la actividad. El consumo de los hogares, que será el componente con una mayor aportación positiva al crecimiento del PIB, mostrará un dinamismo creciente en los próximos trimestres, favorecido por el incremento de las rentas reales, en consonancia con la evolución prevista de la creación de empleo, de los salarios y de la inflación, el aumento de la población y la mejora de la confianza de las familias.
Mientras, la demanda exterior neta presentará en 2024 una contribución positiva al crecimiento del PIB que se tornará nula en 2025-2026.
El Banco de España también explica que la evolución prevista del PIB refleja el impacto neto sobre la actividad económica de diversos factores que inciden sobre la misma en direcciones opuestas.
Por un lado, se espera que en los próximos trimestres se debiliten algunos de los vientos de cola que han impulsado recientemente el crecimiento de la economía española, tales como la existencia de una importante demanda embalsada de determinados bienes y servicios y la corrección de algunas de las perturbaciones de oferta negativas que lastraron la actividad en 2021 y 2022.
Por otro lado, entre los factores que actuarán como elementos de soporte del dinamismo del PIB durante los próximos trimestres, el organismo destaca la moderación gradual del impacto negativo sobre la actividad por parte del endurecimiento acumulado en las condiciones de financiación, la reactivación paulatina de la economía europea y global, el crecimiento poblacional previsto, el avance de las rentas reales de los agentes económicos en un contexto de desaceleración de la inflación y el mayor despliegue de los fondos NGEU.
Como resultado, la proyección supone que, a finales de 2026, el PIB de la economía española se situará un 8,9% por encima del registrado antes del comienzo de la pandemia del COVID-19.
Además, el Banco de España ha revisado al alza su previsión de la inflación para el presente año. No obstante, matiza que la senda de moderación de la inflación de los alimentos y de la inflación subyacente se prolongará. En concreto, la inflación de los alimentos disminuirá desde un promedio anual del 11,1% en 2023 hasta el 4,5% en 2024 y hasta tasas en el entorno del 2,5% en 2025 y 2026. «En cualquier caso, la ralentización de los precios de consumo de los alimentos mostrará algunos altibajos en los próximos meses», dice. En cuanto a la tasa general, las nuevas proyecciones suponen que el incremento de los precios en el promedio de 2024 será tres décimas más elevado de lo previsto en las anteriores de marzo «debido a la revisión al alza de las contribuciones del componente energético y de la inflación subyacente».
Como detalla el organismo, por un lado, los precios de la energía han experimentado recientemente aumentos más acusados de lo esperado unos meses atrás y, además, los mercados de futuros esperan ahora precios del petróleo algo más elevados de cara a los próximos meses en comparación con lo previsto en marzo. Por otro lado, la inflación subyacente ha registrado sorpresas positivas en los últimos meses relacionadas con una resistencia a la baja de la inflación de los servicios mayor de la anticipada. Esto se habría debido, en gran medida, al inesperado dinamismo que la actividad turística ha mostrado recientemente, una parte del cual se mantendría de cara al futuro y supondría ciertas presiones inflacionistas adicionales.
Con este escenario, el Banco de España calcula que la inflación subyacente también se desacelerará gradualmente en este período y pasará del 4,1% en 2023 al 2,6%, 2% y 1,9% en 2024, 2025 y 2026, respectivamente.
En lo referente a los riesgos, en las proyecciones se destaca que la valoración conjunta de las distintas fuentes de incertidumbre apunta a que los riesgos en torno a las actuales proyecciones de crecimiento económico se encuentran orientados a la baja, mientras que, en el caso de las proyecciones de inflación, estos se consideran sesgados al alza en los próximos trimestres y equilibrados en 2025 y 2026.
Respecto al mercado laboral, la creación de empleo se prolongará a lo largo del horizonte de proyección, aunque a un ritmo algo menor que el observado en los últimos trimestres, de forma que se producirá una cierta recuperación de la productividad. Como resultado de todo ello, la tasa de paro, que en 2023 se situó en el 12,2%, mantendrá una senda descendente en los próximos años, aunque permanecerá por encima del 11% en 2026.