Como detalla el organismo, las perspectivas a futuro sobre el grado de persistencia de estos factores están rodeadas de una elevada incertidumbre, asociada, principalmente, a la evolución de las tensiones geopolíticas y a su impacto sobre los mercados de materias primas, tanto energéticas como no energéticas. «La relajación de las tensiones en los mercados de la energía desde finales del verano de 2022 y la resolución gradual de los cuellos de botella deberían permitir que se prolongue la etapa reciente de mayor dinamismo. No obstante, cabe esperar que el endurecimiento generalizado a escala global de las condiciones financieras limite el vigor de las exportaciones españolas, al menos a través del canal del tipo de cambio, que constituye uno a través de los cuales opera la transmisión de la política monetaria», señala.
A más largo plazo, el Banco de España espera que la evolución de los mercados de la energía, en particular en un contexto de transición energética asociada a la lucha contra el cambio climático, tenga consecuencias sobre la evolución de las exportaciones de nuestro país.
«Por un lado, resulta probable que el gas siga siendo más caro en la UEM, incluida España, que en otras áreas como Estados Unidos, en línea con la señal a medio plazo de los futuros de este hidrocarburo, ya que las fuentes alternativas al gas ruso podrán implicar precios estructuralmente más altos en la zona del euro, debido, en parte, a una mayor dependencia de las importaciones de gas natural licuado. Esta situación podría derivar en un impacto negativo sobre la capacidad competitiva de las industrias más intensivas en energía de la UEM, incluida España».
Además, destaca que los costes de estas ramas pueden verse acrecentados, al menos de forma transitoria, por las políticas de transición energética y de lucha contra el cambio climático. Por otro lado, en sentido contrario, las exportaciones energéticas pueden verse impulsadas por las ventajas comparativas de España en la producción de energías renovables, basadas en su situación geográfica, su climatología y el desarrollo de una industria productora de componentes utilizados en la generación eólica y solar.
Así, la evolución de las exportaciones estará condicionada por la configuración futura de las cadenas globales de valor. «Es probable que las estrategias basadas en la autonomía estratégica europea den lugar a una cierta regionalización de las cadenas de valor, al priorizarse la seguridad frente a las consideraciones de eficiencia», afirma el documento.