Esto supone que el gasto habría aumentado entre 1.846 y 2.462 euros en los hogares cuyo cabeza de familia firmó un contrato indefinido. De acuerdo con el informe ‘El aumento de los contratos indefinidos y su posible impacto en el gasto’, publicado por el Banco de España, una explicación del aumento en el gasto es la mayor percepción de seguridad de los contratos indefinidos, al no necesitar los hogares un colchón de ahorro tan elevado para cubrir posibles pérdidas de renta y empleo.
En 2022 los trabajadores con contrato indefinido aumentaron en 1,6 millones y con contrato temporal cayeron en 1,2 millones. El gasto pudo aumentar al consumir los indefinidos una mayor proporción de su renta.
Y es que, históricamente, la conversión de un contrato temporal en indefinido ha conllevado un aumento de la ratio de gasto sobre renta del 20% (aproximadamente) en los dos trimestres siguientes. En la medida en los empleados por cuenta ajena con contrato temporal han tenido una mayor probabilidad de transitar al desempleo y, por tanto, una mayor percepción de inestabilidad laboral que los empleados con contratos indefinidos, estos desarrollos pueden tener consecuencias sobre el patrón de gasto de las familias.
La razón es que, según el Banco de España, en presencia de incertidumbre sobre las rentas futuras, las familias pueden posponer ciertos gastos, con el fin de mantener un colchón de ahorro que pueda contribuir al sostenimiento del consumo en caso de que se materialicen caídas de renta derivadas, por ejemplo, de perder el empleo (el llamado ‘ahorro por motivo de precaución’).
El aumento de la contratación indefinida se ha materializado también en aumentos de la proporción de contratos indefinidos a tiempo parcial o fijos discontinuos, que en determinados casos pueden conllevar menor seguridad en el empleo, según puntualiza el organismo.
De acuerdo con el informe, alrededor del 25% de la expansión del número de contratos indefinidos en 2022 se debe a contratos fijos discontinuos, un tipo de contrato que, al conllevar posibles períodos de inactividad, puede tener un menor impacto sobre la renta futura esperada que el resto de los contratos indefinidos.
El artículo concluye con unas notas de cautela, tanto por la omisión de canales que pueden expandir el gasto –por ejemplo, la formación de hogares– como por la falta aun de datos desagregados que permitan cuantificar con exactitud en qué medida el aumento de la contratación indefinida ha reducido la incertidumbre sobre la pérdida de empleo.