Además, el organismo prevé que ese año la inflación registre una caída significativa, de un punto, respecto a las estimaciones previas, hasta situarse de media en el 3,3%. En el último informe de perspectivas, el Banco de España explica que esta revisión levemente a la baja se debe, entre otros factores, a las «perspectivas menos favorables acerca de la evolución futura del consumo de los hogares», aunque el organismo señala que «seguirá siendo el principal motor del crecimiento español durante todo el horizonte de proyección».
En la inflación, el importante recorte viene dado por los «nuevos supuestos sobre los que descansan las proyecciones, que contemplan unos menores precios de la energía para los próximos trimestres y una prórroga de la reducción del IVA de los alimentos y de la subvención al transporte público hasta junio y diciembre de 2024, respectivamente».
Por componentes, los precios de la energía esperados para los próximos trimestres serían más bajos que los contemplados en las anteriores previsiones. Se estima que Índice de Precios de Consumo (IPC) energético se elevará hasta una tasa en torno al 15% a mediados de 2024, tasa que, no obstante, se encuentra 10 puntos porcentuales por debajo de la prevista en septiembre. Los precios de los alimentos proseguirán su senda de moderación a lo largo del horizonte de proyección. El Banco de España comenta que el principal elemento que se encuentra detrás de la ralentización prevista en las presiones inflacionistas de los alimentos es la disminución esperada de los precios de las materias primas alimentarias, así como de ciertos insumos fundamentales para su producción, como la energía y los fertilizantes, que experimentaron un notable encarecimiento durante la mayor parte del año pasado.
Además, el supuesto realizado en estas proyecciones de que la rebaja del IVA de los alimentos se extenderá hasta junio de 2024 «contribuirá, respecto a las previsiones de septiembre, a una moderación adicional en el ritmo de variación de los precios de los alimentos en los primeros meses de 2024». En todo caso, matiza, la intensidad de la caída proyectada en la inflación de los alimentos se podría ver atemperada en los próximos trimestres por la posible aparición de condiciones climáticas adversas que afectaran negativamente a la producción de algunos bienes agrícolas en determinadas áreas geográficas. Por su parte, la inflación subyacente se reducirá hasta el 1,9% en 2024, en un contexto de menor crecimiento económico, y se mantendrá en torno a estos registros en el bienio posterior.
Entre los factores que explicarían la moderación de la inflación subyacente en los próximos trimestres destaca el impacto paulatino del endurecimiento de la política monetaria sobre la demanda, el alivio de las presiones inflacionistas originadas por la reapertura de la economía tras la pandemia y la traslación progresiva de las reducciones de los precios de la energía a los precios de los bienes industriales no energéticos y de los servicios.
Entre los componentes de la inflación subyacente, «se espera que la desaceleración en los próximos trimestres sea más acusada para los bienes industriales no energéticos que para los servicios, en consonancia con la mayor demanda relativa que están experimentando estos últimos y, también, con el mayor peso que los costes laborales suponen en su estructura de costes».
Ya de cara a 2025 y 2026, las últimas proyecciones del Banco de España apuntan a un crecimiento económico del 1,9% y del 1,7%, respectivamente. En comparación con las proyecciones publicadas en septiembre, las actuales comportan una revisión a la baja en una décima para 2025. «Esta evolución resulta coherente con los supuestos que subyacen a estas proyecciones, referidos al impulso fiscal proveniente del programa NGEU y a la reactivación paulatina de la economía europea, así como con la senda de moderación de la inflación y la consiguiente recuperación de las rentas reales de los agentes que se espera a lo largo del horizonte de proyección. El hecho de que el impacto negativo del endurecimiento de la política monetaria sobre la actividad alcance su pico el próximo año también contribuirá a la aceleración prevista en el ritmo de crecimiento del PIB en el bienio 2025-2026, expresa el Banco de España.
En cuanto a los precios, se prevé que el proceso de moderación de la inflación siga avanzando gradualmente en los próximos trimestres, de manera que la tasa de inflación general se reducirá en 2025 y 2026 hasta el 2% y el 1,9%, respectivamente. En comparación con las proyecciones de septiembre, supone una revisión al alza de dos décimas para 2025. La revisión se explica, fundamentalmente, por la expiración de las prórrogas de las medidas aprobadas por el Gobierno. «El hecho de que estas últimas medidas se retiren finalmente en junio y diciembre de 2024 es el principal factor que se encuentra detrás de la revisión al alza de la inflación general prevista para 2025», señala el documento.
Por otro lado, respecto a la tasa de paro, el organismo proyecta una reducción hasta el 12,1% en 2023 y mostrará una leve senda descendente durante el período 2024-2026, si bien permanecerá en el entorno del 11%. En concreto, se prevé una tasa de paro del 11,3% en 2026, que estaría por debajo del promedio histórico observado en las últimas cuatro décadas (16,8%), pero por encima del mínimo histórico alcanzado en 2007 (8,2%).
En general, el Banco de España destaca que los riesgos en torno a estas proyecciones se encuentran orientados a la baja en lo que respecta a la actividad y equilibrados con relación a la inflación.
Concretamente, entre los principales riesgos en torno a estas proyecciones, el organismo español menciona una eventual escalada de los conflictos bélicos que están teniendo lugar en la actualidad en la Franja de Gaza y en Ucrania constituye la principal fuente de riesgo sobre el actual ejercicio de proyecciones.
A esto se suma la magnitud de los efectos del endurecimiento de la política monetaria sobre la actividad y los precios y que no puede descartarse la posibilidad de que se observe un menor dinamismo en la actividad económica global, evento que podría estar vinculado con una desaceleración de la economía china más pronunciada que la contemplada en el escenario central de estas proyecciones.
Mientras, en el ámbito nacional, existen dudas acerca de la retirada, a finales de 2023, de algunas de las medidas que las autoridades desplegaron para hacer frente a la crisis energética. También otros factores de riesgo de índole interna que podrían condicionar sensiblemente la evolución de la actividad y los precios como que se produzcan efectos de segunda vuelta significativos vía salarios o márgenes empresariales que puedan desencadenar procesos de retroalimentación de las actuales presiones inflacionistas, o que subsisten dudas en cuanto al ritmo de ejecución de los proyectos asociados al programa NGEU y a su impacto sobre la actividad.