Según el banco emisor, los principales factores que han hecho posible este cambio de tendencia son el abaratamiento del gas y como consecuencia de ello la electricidad, la positiva evolución de la economía global, los avances en la resolución de los cuellos de botella en los procesos productivos, la estabilización de los mercados financieros tras las turbulencias de marzo, así como el mayor dinamismo de aquellos sectores vinculados a las actividades turísticas.
Todas estas circunstancias se han traducido en que el órgano regulador estime que el dinamismo de la actividad se haya elevado ligeramente en el segundo trimestre, hasta prever que el PIB registre un crecimiento en este segundo trimestre en el entorno del 0,6% intertrimestral, una tendencia que podría mantenerse a los largo de la segunda mitad de año.
En 2023, el PIB avanzará un 2,3%, lo que supone una mejora de 7 décimas respecto al 1,6% estimado en marzo, apoyado por el sector exterior y la formación bruta de capital, la principal variable que muestra el comportamiento de la inversión empresarial, según explicó el director general de Economía y Estadística, Ángel Gavilán. La actividad se moderará ligeramente en los dos años siguientes, en una décima hasta el 2,2% en 2024 y permanecer en el 2,1% en 2025.
La composición del crecimiento del PIB en 2024 y 2025, señala el órgano regulador, será muy diferente al de 2023, ya que se fundamentará principalmente en la expansión del consumo privado. Esta última variable del consumo aminorará su ritmo hasta el 2,2% desde el 1,2% estimado en marzo este año, tendencia contraria a la que se producirá de cara a 2024, en el que el ritmo se acelerará hasta el 3,3%, 1 punto más que en las anteriores estimaciones de marzo, para registrar una tasa del 2% en 2025.
Por lo que respecta al consumo público, no se esperan grandes cambios y así aumentará el 0,6% este año, el 0,8% el próximo y el 1,3% en 2025.
En los próximos trimestres hay factores favorables que hacen presagiar el mantenimiento de un tono de dinamismo similar en la segunda mitad del año. Todo ello, según Gavilán, ha traído consigo que se haya alcanzado prácticamente ya el nivel prepandemia, si bien alertó sobre el diferencial existente frente al conjunto de países de la Unión Europea, como consecuencia de su mayor crecimiento.
Sin embargo, será a partir de ahora, a lo largo de los próximos tres ejercicios, cuando la economía española va a crecer más que sus vecinos, cuando se produzca una reducción de esta brecha, recortándose de esta manera las diferencias generadas durante la pandemia y los primeros ejercicios una vez superada esta circunstancia.
Respecto a la evolución del mercado laboral mejora sus sensaciones respecto a las estimaciones realizadas en marzo, ya que si entonces situaba la tasa de paro para este año en el 12,7%, ahora estima una tasa de 12,2%, “y es que ahora la sensación de pérdida de un puesto de trabajo es menos” y ello se traduje en esta ligera mejoría del mercado de trabajo. Ya en 2024 la tasa de paro cae por debajo del 12%, en concreto en el 11,5%, frente al 12,3% previsto en marzo, mostrando una ligera mejoría en 2025 hasta registrar el 11,3%, frente al 12% estimado en marzo.
Inflación
En cuanto a la evolución de los precios señala que el ritmo de avance interanual de los alimentos y la inflación subyacente han comenzado a mostrar señales incipientes de moderación. Todo parece indicar que con unos precios de los alimentos en mayo del 11,6%, se ha podido alcanzar el techo en el primer trimestre, en concreto en febrero con el 15,7%. Sin embargo advierte que la senda de inflación general se verá determinada a corto plazo por la evolución de los precios energéticos.
El abaratamiento de las materias primas energéticas, de acuerdo con sus cotizaciones en los mercados de futuros, tendrá efectos hasta el final del verano en rebajas adicionales en los precios de los carburantes, del gas y la electricidad. Será en los últimos meses de 2023 cuando de produzca un repunte de estos precios, como consecuencia de los denominados efectos base o escalón relacionados con los descensos que registraron a finales de 2022.
Respecto a los precios de los componentes no energéticos, según Gavilán moderará su ritmo de avance en la segunda mitad de año, aunque sin embargo su tasa media será más elevada que en 2022. En su conjunto, las previsiones del Banco de España apuntan hacia una desaceleración de los precios de consumo para los próximos ejercicios. Para 2023 la tasa de inflación descenderá en términos de medias anuales, para fijarse en el 3,2%, el 3,6% en 2024 y el 1,8% en 2025.
En cuanto a la evolución de las cuentas públicas presentan un perfil positivo, como consecuencia del mayor impulso del crecimiento económico, lo que se traduce tanto en una mejora del déficit como de la ratio de la deuda pública respecto a las estimaciones de marzo.
Según adelantó el director de Estadística del Banco de España, su estimación de déficit del conjunto de las administraciones públicas para este año se fija en el 3,8% del PIB, una mejoría frente al 4,1% estimado en marzo, mientras que para 2024 establece el saldo en el 3,4% y el 4% en 2025, también mejorando sus propias estimaciones de hace tres meses del 3,5% y 4,4% respectivamente. Con ello también mejoraría la ratio de deuda respecto al PIB, hasta establecerse en el 109,7% frente al 111,1% de la anterior estimación, nivel que se moderará al 107,4% en 2024 y el 108% en 2025.
Riesgos
En su informe el Banco de España no obstante, advierte, que con la información de la segunda parte del segundo trimestre “resulta compatible” con una cierta moderación de la fortaleza de la actividad. Menciona los indicadores de confianza y de afiliación a la Seguridad Social que aunque apuntan que en el segundo trimestre han sido más dinámicos que en el primero, aunque los datos de mayo son algo menos positivos que los de abril.
Todas estas variables hacen presagiar según el Banco de España que en “una coyuntura aún compleja y muy incierta”, la expansión de la actividad económica continúe en los próximos trimestres. A ello contribuirá la resiliencia del mercado laboral, que favorecerá la recuperación del consumo de los hogares, al ayudar a reducir el ahorro por motivos precautorios, la disminución de las presiones inflacionistas y la intensificación prevista en el despliegue de los proyectos acogidos al Mecanismo de Recuperación y Resiliencia.
A ello se sumará un endurecimiento en las condiciones financieras que seguirán lastrando el ritmo de expansión del gasto de hogares y empresas, como consecuencia de un traslado de la política monetaria.