La investigación a Begoña Gómez, iniciada en abril tras una denuncia del autodenominado sindicato Manos Limpias, coge impulso la semana antes de los festejos de Navidad con tres declaraciones: la suya y la del exconsejero madrileño Güemes, citados como investigados el miércoles, y la de una asesora de Moncloa, como testigo, el viernes.
Comparecencias que girarán en torno a la faceta profesional de Begoña Gómez en la Universidad Complutense de Madrid y la cátedra que codirigió, y a su contratación como directora del África Center, organismo que pertenece al Instituto de Empresa , del que es directivo Güemes.
Desde que se abrió la causa, Begoña Gómez ha ido dos veces al juzgado: en la primera se suspendió su comparecencia porque no se le notificó la querella que presentó contra ella la asociación ultracatólica Hazte Oír; y en la segunda, la investigada se acogió a su derecho a no declarar.
El próximo miércoles acudirá de nuevo para declarar por los presuntos delitos de intrusismo y apropiación indebida en relación al proceso de contratación de un software para el máster de la cátedra que codirigió en la Complutense. El juez le imputó hace unos meses estos nuevos delitos -que se unen a los de presunto tráfico de influencias y corrupción en los negocios- tras admitir una segunda querella de Hazte Oír, que le atribuía haber inscrito a su favor el software para la cátedra Transformación Social Competitiva y haber redactado unos pliegos para la contratación.
En su defensa, su abogado aseguró en un escrito que Gómez firmó aquellos pliegos porque la Complutense se lo requirió y rechazó cualquier irregularidad. Y es en este punto donde se enmarca también la declaración el viernes como testigo de una asesora de Moncloa, Cristina Álvarez, cuyo nombre apareció en una cadena de correos aportados por el abogado de Gómez al juzgado.
Se trata de comunicaciones enviadas desde Gerencia de la Escuela de Gobierno de la Universidad a un conjunto de personas, entre ellas Álvarez, sobre la licitación del expediente de contratación y el pliego de prescripciones técnicas relacionados con la Plataforma de Gestión y Mediación de Impacto para la Pequeña y Mediana Empresa que -decía uno- «debe firmarlo» Begoña Gómez.
En el sumario también obra otro correo enviado por Álvarez, directora de Programas de Presidencia, desde una cuenta personal a la directora de Comunicación de la empresa Reale. «Me dice Begoña que te traslade que le encantaría que sigáis como patronos de la cátedra, aunque sea con una cantidad inferior. Dispuestos a colaborar con vosotros en lo que necesitéis», escribe.
Este miércoles, además de Begoña Gómez, está citado como investigado Güemes, directivo del Instituto de Empresa. Güemes ya declaró el pasado 18 de noviembre ante el juez Peinado como testigo, si bien, apenas unos minutos después de empezar, el magistrado interrumpió su comparecencia para informarle de que cambiaba su condición procesal: de testigo a imputado. Lo hizo al apreciar contradicciones en sus explicaciones sobre la contratación de Begoña Gómez como responsable del instituto África Center, del IE; y después de que él negara haberla contratado por ser mujer del presidente del Gobierno.
La Fiscalía discrepó de lleno con el juez en esa imputación, al considerar que no estuvo motivada y que no precisó cuál era el delito en el que se le atribuía una presunta participación, y la recurrió. En su recurso, argumentó además que Güemes era el tercer testigo que se convertía en investigado después de declarar: ocurrió también con el empresario Barrabés y el rector de la Universidad Complutense, Goyache.