Así lo ha expresado el economista jefe para Europa, Segura-Cayuela, quien ha recordado en primer lugar que el país ha tenido «muchísimos vientos de cola» en los dos últimos años, tales como la inmigración y el comportamiento del consumo o el turismo, entre otros factores. De cara al futuro, el ejecutivo ha señalado que el desafío principal que va a enfrentar España en los dos próximos años es cómo conseguir un crecimiento más equilibrado a la vista de que el consumo público jugará un papel mucho menor y la inversión no es tan fuerte: «El comportamiento de la inversión, a pesar del plan de recuperación, ha sido extremadamente débil», ha anotado.
En términos fiscales y a la espera de Presupuestos, ha señalado que esperan que haya «muy poco ajuste estructural» en los próximos dos años, por lo cual el ratio de deuda sobre el PIB va a bajar «muy moderadamente».
«Generalmente, estamos escépticos sobre España, pero nos centramos en las partes más defensivas del mercado», ha acompasado el responsable de estrategia de renta variable europea, Sebastian Raedler. De vuelta con el plano europeo, Segura-Cayuela ha incidido en esa pequeña reaceleración que correrá a cargo del consumo, ya que tasa de ahorro ha subido muchísimo y está prácticamente en máximos históricos, en tanto que esta coyuntura se beneficiará a su vez del entorno de bajadas de tipos. Con todo, ha alertado de que en 2025 el resto de componentes del PIB van a seguir extremadamente débiles, la inversión va a contribuir en negativo, la demanda externa va a contribuir marginalmente: «Lo único que te da esa pequeña aceleración es el consumidor», ha remachado para seguidamente constatar los escenarios de debilidad de Alemania y Francia.
De su lado, ha previsto que la inflación de la eurozona, fagocitada por una incertidumbre crónica de la demanda agregada, caiga hasta el 1,6%; en consecuencia, ha apuntado que el Banco Central Europeo (BCE) rebajará los tipos hasta una tasa neutral de un 1,5%: «Esperamos que hayan bajadas de 25 puntos básicos cada reunión hasta septiembre», ha apuntado, si bien no descarta escenarios en los que se produzcan recortes de medio punto. «El mundo del 2015-2019 no va a ser muy diferente del mundo del 2025-2029»; ha enmarcado al respecto sobre este espacio geográfico. A pesar de estas previsiones, Segura-Cayuela ha remarcado que cualquier escenario languidece ante la fuerte incertidumbre que presenta 2025, especialmente por la falta de concreción de las medidas anunciadas por la Administración Trump.
Ligado a esto, ha apuntado que si los aranceles para la eurozona alcanzan el 10% -el ejecutivo espera que se sitúen en el 3-4%-, el Viejo Continente limitaría su crecimiento al 0,5% el próximo año.
Por su parte, Blanch ha manifestado en el ámbito de las materias primas que esperan que el barril de crudo Brent tenga un precio promedio en 2025 de 65 dólares el barril, una caída respecto a los niveles actuales por el superávit de producción y la caída de demanda.
En cuanto al gas TTF, espera que un precio de 40 euros/MWh, si bien son posibles los riesgos al alza a la espera de qué ocurre con el acuerdo de tránsito de gas ruso a Europa, que acaba este año: «Realmente nos quedan 21 días y no sabemos exactamente qué va a pasar con ese tránsito», ha apuntado.
En un plano más amplio sobre Europa, el directivo ha comentado que se ha priorizado la transición energética frente a la seguridad energética, lo cual ha creado un «problema fuerte» en el ámbito de la industria pesada y química, que han tenido como resultado el cierre de fábricas por el continente. Ligado a los metales preciosos, ve recorrido alcista para el cobre, llegando a los 12.000 dólares por tonelada, y para el oro en el medio plazo, ya que las nuevas perspectivas de menos recortes por parte de la Fed han presionado al metal amarillo.
Con todo, ha pronosticado que el oro alcance los 3.000 dólares a finales de 2025 de la mano de las crisis geopolíticas y las demandas de los bancos centrales en un proceso de desdolarización.
Sobre la posibilidad de que el bitcoin se constituya en una reserva para los bancos centrales, Blanch ha opinado que es un activo difícil de integrar en la cartera de un banco central a pesar de que éstos estén buscando alternativas a los bonos. Por ello, ha incidido en que el mercado del oro es siete veces más grande que el del bitcoin: «Sigue siendo un mercado mucho más atractivo por muchas razones, ya sean históricas, de tamaño o de liquidez», ha apostillado.