De esta manera, España se mantiene a la cabeza de las grandes economías de la eurozona, para la que Bruselas estima un freno hasta el 0,8% desde el 1,2% anterior.
En sus previsiones de invierno, la Comisión apunta que en el ámbito externo, se espera que «el debilitamiento del impulso del sector turístico y la todavía débil situación económica de los principales socios comerciales de España limiten el dinamismo de las exportaciones».
En el frente interno, cree que el impacto retardado de los aumentos de las tasas de interés pesará sobre la demanda interna, especialmente a la luz de los ratios deuda interna y externa/PIB aún elevados, aunque en disminución.
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Aún así, Bruselas confía en que el consumo y la inversión «sostengan la expansión económica este año, beneficiándose también de un remanente de 2023 mayor de lo previsto» y que el consumo privado se vea respaldado por mayores ganancias reales de los ingresos de los hogares y por el uso parcial de el todavía elevado nivel de ahorro de los hogares.
El crecimiento de la inversión se verá respaldado por la aplicación más amplia del Plan de Recuperación y Resiliencia y por la «sana situación financiera de las sociedades no financieras y la flexibilización esperada de las condiciones de financiación durante el horizonte de previsión». En este sentido, el crecimiento del PIB se acelerará nuevamente en 2025, hasta un 2,0% no revisado, gracias al revitalizado crecimiento de la inversión y la contribución positiva proyectada de la demanda externa.
Respecto a la inflación, seguirá moderándose aún más este año, alcanzando un promedio del 3,2%, con la tendencia a la baja de los precios subyacentes, aunque las presiones continuarán en los próximos trimestres.
Al mismo tiempo, «la esperada eliminación gradual de la mayoría de las medidas gubernamentales para mitigar el impacto de los altos precios de la energía ejercería una presión al alza sobre la inflación. Se prevé que la inflación medida por el IAPC siga disminuyendo hasta el 2,1% en 2025. Para 2024, esta cifra es ligeramente inferior a la de las previsiones de otoño, mientras que la previsión para 2025 se mantiene sin cambios», indica la Comisión.
En el caso de la eurozona, la Comisión revisa a la baja el crecimiento hasta el 0,8% y mantiene el PIB para 2025 en el 1,5%. La inflación, por su parte, se prevé que se desacelere del 5,4% en 2023 al 2,7% en 2024 y al 2,2% en 2025. «La economía de la UE entró en 2024 con una base más débil de lo esperado. Después de evitar por poco una recesión técnica en la segunda mitad del año pasado, las perspectivas para el primer trimestre de 2024 siguen siendo moderadas», subraya Bruselas.
Aún así, ve novedades positivas desde las previsiones de otoño de 2023, especialmente en lo que respecta a la inflación, ya que a la fuerte caída de los precios de la energía le siguió una moderación generalizada y más rápida de lo esperado de las presiones sobre los precios. «Dado que el suministro de energía sigue superando a la demanda, los precios al contado y futuros del petróleo y especialmente del gas son ahora significativamente más bajos de lo previsto en las previsiones de otoño», insiste.
A pesar de la leve presión alcista proveniente del aumento de los costos de transporte a raíz de las perturbaciones comerciales en el Mar Rojo, la inflación subyacente continúa en una trayectoria descendente constante. Las condiciones crediticias siguen siendo estrictas, pero los mercados ahora esperan que el ciclo de relajación comience antes. Sorprendentemente, el mercado laboral de la UE sigue funcionando con fuerza.
Con todo, y aunque los márgenes de beneficio han caído, «la inversión se beneficiará de una flexibilización gradual de las condiciones crediticias y de un mayor despliegue del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (FRR). Se espera que el ritmo de crecimiento se estabilice en líneas generales en línea con el potencial a partir del segundo semestre de este año», valora la Comisión.
Bruselas también advierte que las prolongadas tensiones geopolíticas y la ampliación del conflicto de Oriente Medio al Mar Rojo inclinan la balanza de riesgos hacia resultados más adversos. «Otras perturbaciones comerciales podrían generar nuevas tensiones en las cadenas de suministro, obstaculizando la producción y aumentando las presiones sobre los precios», remarca. A nivel interno, una recuperación más rápida del consumo, un crecimiento de los salarios mayor de lo esperado y una caída de los márgenes de ganancia menor de lo previsto podrían frenar el proceso de desinflación.
En el lado negativo, una transmisión más persistente de las condiciones monetarias aún restrictivas podría retrasar aún más el repunte de la actividad económica, lo que reduciría la inflación. «Los riesgos climáticos y la creciente frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos siguen planteando amenazas», concluye la Comisión.