En el documento apuntan a factores como la robustez del mercado laboral y el descenso de los tipos de interés, el bajo nivel de apalancamiento de las familias a nivel agregado o esa la resiliencia de la demanda extranjera para explicar su revisión al alza, que también afectaría al coste de los inmuebles.
Estiman, en concreto, que el precio de la vivienda subirá un 4% interanual, más de un punto por encima de su escenario previo. Este es, de hecho, uno de los aspectos que genera vientos en contra para el sector, junto con la falta de oferta, sobre todo de obra nueva, y una demanda disparada que tampoco puede satisfacerse con los inmuebles de segunda mano. El índice del precio de la vivienda, que elabora el INE, se sitúa en máximos de toda la serie, que arranca desde 2007, justo antes del estallido de la burbuja inmobiliaria. Los precios repuntaron un 6,3% interanual de media (frente al 4,2% del trimestre anterior). «Esta aceleración en el precio está siendo generalizada por tipo de vivienda, si bien la nueva registra tasas interanuales más elevadas que la de segunda mano (10,1% frente al 5,7%), reflejando un mayor desequilibrio entre oferta y demanda en ese segmento», explican desde el servicio de estudios de la entidad.
El Banco de España calculaba en su último ‘Informe Anual’ que sería necesario construir 225.000 viviendas nuevas solo para atender la demanda prevista este y el próximo año. Esa cifra se suma al déficit de 365.000 unidades que el mercado arrastra de los años 2022 y 2023, lo que da la cifra de 600.000 unidades en el conjunto de los cuatro ejercicios.