Con una facturación anual superior a los 1.300 millones de euros, según el estudio más reciente de EY España, su liderazgo va más allá del ocio y se posiciona como un impulsor clave para la dinamización de la denominada «España vaciada». Los últimos datos de la Federación Española de Campings (FEEC) respaldan esta tendencia. Solo en 2024, más de 10 millones de personas optaron por el camping en nuestro país, generando casi 50 millones de pernoctaciones. En comparación con hace diez años, estas cifras suponen un crecimiento del 52,5% en viajeros y del 43,6% en pernoctaciones, generando un efecto directo en las economías locales, que se benefician de un modelo turístico que va más allá del alojamiento.
Las cifras de la plataforma líder en reservas de alojamientos al aire libre, respaldan esta tendencia y apuntan a un aumento continuo este año, con 114.000 pernoctaciones ya reservadas en España para 2025 y un incremento del 10 % en las reservas hasta la fecha en comparación con el año pasado.
Uno de los indicadores más relevantes del impacto del camping en la España rural es cómo se reparte el gasto de los turistas. La FEEC estima que el 65% del desembolso total de los campistas se realiza en negocios y servicios de la zona, como restaurantes, comercios locales, empresas de actividades y productores agroalimentarios. Este modelo genera una economía circular vital para miles de pequeñas localidades, atrayendo a un volumen significativo de visitantes con un coste inferior al de otros alojamientos turísticos.
Más allá del turismo, el camping se ha revelado como una fuente de ingresos adicional para una industria agrícola en dificultades. Para muchos agricultores y propietarios de terrenos, abrir un área de acampada diversifica sus ingresos, promueve los productos de la zona y fideliza a una nueva base de clientes, creando un modelo de agroturismo sostenible.
Con una estimación de 50.000 puestos de trabajo directos e indirectos en España según la FEEC, el sector se posiciona como una herramienta estratégica en la lucha contra la despoblación, ofreciendo oportunidades laborales que contribuyen a fijar población en el territorio. A ello se suma la estancia media, que según el INE se sitúa en 4,2 noches para los turistas nacionales y 5,8 para los extranjeros, favoreciendo un impacto económico más sostenido y desestacionalizado.