…porque, aunque tiene una de las vistas más bonitas y privilegiadas de la plaza de Las Ventas, es ahora un espacio de lo más acogedor, cálido y distendido para cualquier ocasión, especialmente para quienes buscan pasar un buen rato, porque de los torreznos al cante, aquí todo tiene duende.
El proyecto lleva la firma de César Molero, un hostelero con oficio, corazón y mirada, también creador del cercano El Tentadero. Y también por la zona, aprendió todo lo que sabe de hostelería, que no es poco, junto a sus padres; así como a conocer y tratar a sus clientes y a las personas de las que se rodea, sin duda una de sus grandes virtudes. En Casa Toro, César está siempre en sala, pendiente de cada detalle y de que todo el mundo se sienta como en casa. Esa calidez se nota: en el ambiente, en el servicio y en el ritmo de un espacio que vibra entre platos, risas y palmas. De los fogones se encarga Fran Porras. Con raíces extremeñas y cordobesas, estudió en la Escuela de Hostelería de la Casa de Campo, levantó prácticamente de cero el gastrobar Sibarius en Granada; y fue discípulo de Luis Arévalo en Kena, donde coincidió con su compañero de promoción Álex Marugán, quien le ha ayudado asesorando la interesante carta de este nuevo espacio, un imprescindible para los amantes de la cocina castiza bien hecha, la que emociona sin artificios.
Su propuesta -con alma del sur y el corazón de Madrid- no es que sea arriesgada, es que es ganadora desde que se empieza a leer cualquiera de sus apartados, porque todos apetecen; y termina por conquistar gracias a sus cuidadas y originales ejecuciones. Un buen resumen lo encontramos en las ‘Especialidades Casa Toro’: la Ensaladilla rusa con gamba al ajillo; los Torreznos ‘Campeones de Madrid’ y los Huevos rotos con migas de rabo de toro son los tres únicos motivos que hacen falta para ir por primera vez, y para volver otras muchas. La primera de estas recetas se hace con cola de gamba blanca fresca, bien de mayonesa casera y el ajillo de gamba por encima. De las de rebañar. Los segundos han ganado este 2025 el título del Mejor Torrezno de Madrid en El Tentadero y repiten aquí receta. Cada bocado es tierno, sabroso, con la corteza bien suflada…
Y los terceros son la combinación perfecta entre el plato que todo el mundo quiere al centro, los huevos rotos, con otra de las estrellas de la carta: el guiso tradicional de Rabo de Toro Casa Toribio, como homenaje a este restaurante mítico ya desaparecido. Cuando se prueban solo hay dos opciones: o pedirse otros para no tener que compartirlos; o pasarse directamente al principal, que también viene con sus buenas patatas crujientes. El secreto del guiso de rabo es que se termina al horno durante 12 horas, y el resultado es meloso, de esos que se separan solos del hueso y sí, también hay que mojar su rica torta de aceite.
Entre los clásicos de casquería tampoco hay que perderse las Mollejas de cordero, que aquí se sirven confitadas; o unos espectaculares Lingotes de oreja con salsa brava que primero se cuecen, y luego se fríen en daditos para lograr unos bocados crujientes por fuera y muy tiernos por dentro, acompañados de unas finas láminas del propio colágeno que son más adictivas que las pipas. Es la versión que por fin pone de acuerdo a quienes les gusta muy crujiente a la plancha, y a los del team cocida y jugosa. Se acabó el dilema. Y por cierto, también el problema para muchos celíacos ávidos de estos platos casqueros porque aquí son gluten free (con freidora exclusiva) como otros tantos platos de la amplia carta.
La sección de pescados y mariscos puede presumir siempre de piezas frescas y de gran calidad: desde Ostras Fine de Claire, Calamar a la andaluza, Rodaballo a la brasa emulsionado con una sabrosa agua de Lourdes o el atrevido Salpicón de pulpo a la brasa con cítricos, soja y vinagre de Jerez. Aunque no tengan la mano del chef, tampoco hay que quitarles mérito a unas ‘Chacinas y laterío’ de gran calidad: Anchoas del Cantábrico, Mejillones en escabeche, las imprescindibles Gildas, y el Jamón o el Lomito ibéricos de Blázquez son perfectos para abrir boca.
Para acompañar, una carta corta de vinos con diferentes D.O., algunos jereces, el vermut de La Dolores o esa caña de Águila bien tirada que no falla nunca en una taberna castizo andaluza como esta. Dentro de los postres, para salir ‘Por la puerta grande’ está la Torrija con crema de orujo y naranja y sabayón sopleteado con helado de mantequilla tostada; y como alternativa, Tartas de queso, de pistacho o de chocolate, Arroz con leche, helados o una cuidada tabla de quesos.
Hasta aquí ya hemos encontrado muchas razones para ir a Casa Toro, pero no hemos desvelado todas. De jueves a sábado, la experiencia se enciende con música en directo: flamenco, rumba, versiones canallas y mucho arte en su salón principal, presidido por un gran mural “grabado a fuego”, en el que no falta un guiño a la cerveza Águila, y las palmas acompañan al compás mientras los comensales brindan entre canastos de mimbre, tarros de conservas y flores.
El diseño interior, firmado por Néstor Marcos Architecture, reinterpreta la taberna castiza desde un lenguaje actual. La idea fue trasladar la calidez y el ambiente de las casas de comidas madrileñas a un contexto contemporáneo, donde cada material y textura dialogan con la historia del barrio y con la energía de la plaza de Las Ventas. Así, mármol, azulejos vidriados en crema y verde botella se intercalan con murales antiguos y maderas naturales que combinan con elementos vegetales, cestos y objetos cotidianos que evocan lo artesanal. Todo ello bajo una iluminación cálida y dirigida que resalta los matices de cada rincón y acompaña el ritmo del día y de la noche. Néstor “quería que Casa Toro respirara verdad: que se sintiera madrileña desde los materiales, flamenca desde el alma y contemporánea desde la luz. Una taberna que se entiende tanto de día como de noche, pensada para que cada visita sea distinta porque es una taberna viva”.
Casa Toro
Julio Camba, 5. Madrid.
Tel. 676 74 52 93.
www.casatoro.es



