Los expertos advierten que cada vez son más los que abandonan el sector residencial, percibido ahora como incierto y jurídicamente inestable, para redirigir su capital hacia activos inmobiliarios considerados más seguros y predecibles. En los últimos meses, la aplicación de los límites a los precios del alquiler, las restricciones al alquiler de temporada y el endurecimiento de la fiscalidad asociada a los ingresos por arrendamiento han generado, según la consultora Marcet, “un clima de incertidumbre que desincentiva la inversión privada en vivienda”. Este escenario, explica, está desplazando el capital hacia segmentos menos expuestos a la intervención política y más estables en su retorno.
El fenómeno no se limita al cambio de tipología de activo, sino también de geografía. Muchos pequeños y medianos inversores catalanes están trasladando su capital a Madrid, Valencia o incluso Andorra, donde el marco legal es más estable y el riesgo regulatorio, menor. Otros, en cambio, optan por diversificar dentro de Catalunya. El perfil del inversor tradicional, el que compraba un piso para alquilarlo y completar su jubilación, ahora se siente desprotegido. Algunos se marchan, otros simplemente cambian de estrategia y buscan alternativas como locales comerciales, donde pueden seguir rentabilizando su ahorro sin el riesgo de un cambio legislativo inesperado.
Y es que, para muchos inversores, comprar una vivienda para alquilar se ha convertido en una operación de alto riesgo. La ley desprotege al propietario y eso frena la inversión. En un contexto así, el dinero se mueve hacia donde se siente más seguro.
El segmento más beneficiado por esta reorientación del capital es el de locales comerciales, especialmente en zonas con fuerte dinamismo urbano. Las rentabilidades netas oscilan entre el 3,5% en ejes prime y el 6% en segundas líneas comerciales como la rambla del Poblenou, Gran de Gràcia o Travessera de Gràcia, en el caso de Barcelona. Son activos tangibles, con valor patrimonial, y con un comportamiento más predecible que el alquiler de vivienda. Además, los contratos suelen ser más estables y los inquilinos, comercios, franquicias o supermercados, ofrecen más garantías.Todo parece los inversores han dejado de priorizar exclusivamente la rentabilidad para centrarse en la seguridad jurídica. Prefieren ganar un punto menos, pero dormir tranquilos.
