Creemos que el listón para otra bajada de tipos es tan alto que incluso el saltador con pértiga, Armand Duplantis, tendría dificultades para superarlo. El BCE mantuvo los tipos inalterados por primera vez en más de un año en su última reunión de julio, sin dar indicios a los mercados de que se tratara de una decisión excepcional ni aislada. En nuestra opinión, el tono de las comunicaciones de la presidenta Lagarde fue ligeramente hawkish. Destacó la resiliencia de la economía, que será impulsada por la enorme inyección fiscal alemana, especialmente el año que viene. Además, los políticos monetarios europeos parecen más seguros de que la inflación se situará en torno al objetivo en el medio plazo.
Los acontecimientos ocurridos desde la última reunión refuerzan nuestra convicción de que el BCE no bajará los tipos, al menos durante el resto del año. La inflación de la zona euro sigue rondando el objetivo del 2 % y, de momento, las presiones inflacionistas son menos intensas que en Estados Unidos. La economía de la zona euro está respondiendo positivamente gracias a la resiliencia de la demanda interna (respaldada por un mercado laboral robusto) y a un crecimiento moderado de la actividad empresarial, que no está ofreciendo motivos para que cunda el pánico.
También hay una serie de incertidumbres con las que el banco central debe lidiar, y no se sabrá durante un tiempo cómo afectarán a la economía. Quizás la noticia más importante de los últimos meses ha sido la firma del acuerdo comercial entre EE.UU. y la UE. Las condiciones del acuerdo podrían haber sido considerablemente peores para el bloque, pero también podrían haber sido mucho más favorables. Las implicaciones a corto plazo del acuerdo no están claras ya que, por un lado, los aranceles podrían lastrar las exportaciones europeas, pero, por otro, es posible que la menor incertidumbre y la mayor capacidad de planificación empresarial lo compensen.
Aún no sabemos en qué medida el aumento del gasto público en Alemania impulsará a la economía europea, pero no esperamos que este impulso se manifieste en los datos hasta 2026. La incertidumbre política en Francia tras el colapso del Gobierno de Bayrou, también justifica la templanza que está adoptando el banco en sus decisiones. Sin lugar a dudas, los periodistas preguntarán a la presidenta Lagarde en rueda de prensa sobre la crisis que atraviesa el país galo. Sin embargo, la reacción de los mercados al colapso del Gobierno francés ha sido bastante tibia hasta ahora, por lo que no creemos que exista una necesidad apremiante de que el BCE intervenga.
En la reunión del jueves también se darán a conocer las últimas proyecciones económicas del banco. Dado el mayor optimismo del BCE con respecto a la economía y las sorpresas positivas ofrecidas por los PMI recientemente, creemos que es probable una revisión al alza en las previsiones de crecimiento para 2025, aunque no debería ser muy significativa dada la persistencia de la incertidumbre. Las proyecciones inflacionarias del BCE son más difíciles de predecir pero es posible que sean revisadas ligeramente al alza, ya que si la evolución de la economía efectivamente mejora, las presiones inflacionistas podrían aumentar.
En cuanto a las orientaciones de Lagarde, creemos que veremos más de lo mismo en esta reunión. Probablemente volverá a señalar que la política está en un «buen lugar», y podría sugerir implícitamente que los tipos se mantendrán inalterados durante un periodo prolongado. Creemos que el BCE esencialmente se va a alinear con las expectativas de los inversores, que no esperan más recortes, al menos en lo que queda de año. Los mercados de swaps están descontando bajadas de entorno a 16 puntos básicos para finales del primer trimestre de 2026. Dicho esto, creemos que hay al menos tantas posibilidades de que el ciclo de recortes haya llegado a su fin, como de que se produzca una última bajada de tipos, si acaso, el año que viene.
La decisión del BCE se anunciará este jueves a las 14:15 CET (13:15 BST), y la rueda de prensa tendrá lugar 30 minutos después.