Estas son algunas de las previsiones detectadas por Coface, “Estamos en un momento clave para el devenir de la economía mundial y el orden geopolítico, con numerosos retos, aunque también hay buenas noticias, siendo la principal que España seguirá siendo este 2025 el motor económico europeo, creciendo por encima de países vecinos como Francia, Italia o Alemania”, indica De Moura Fernandes, jefe de macroeconomía de Coface.
Debido a la importancia que tiene la evolución de la economía mundial para las empresas, especialmente para aquellas que operan a nivel internacional, los expertos de Coface han elaborado un análisis detallado sobre las tendencias que marcarán el mercado mundial en 2025, con el objetivo de ayudarlas a anticiparse y adaptarse a estos desafíos.
Una de las principales claves a tener en cuenta sobre cómo va a evolucionar la economía en 2025 es la desigualdad entre Estados Unidos y Europa. Aunque en ambas regiones se está produciendo un proceso de desinflación, en Estados Unidos está siendo más favorable, viviendo lo que se denomina como un “aterrizaje suave”. Sin embargo, la victoria de Trump, cuyo programa económico pretende apoyar la demanda con rebajas fiscales a la vez que limita la oferta (menos importaciones e inmigración y, por tanto, menos mano de obra), puede conllevar un mayor riesgo de inflación y, por ende, que la Fed sea más prudente y no baje tanto los tipos.
Por el contrario, en Europa, las empresas siguen sufriendo un fuerte aumento de los costes laborales unitarios (+4,5% interanual), limitando sus márgenes cada vez más, lo que también se verá en 2025. Tras alcanzar su máximo en el primer semestre de 2023 en todos los países de la eurozona, la tasa de margen ha caído casi 2 puntos porcentuales en Alemania y en Francia, y el doble en España e Italia, dejando a las empresas en una situación vulnerable, como demuestra el aumento de las insolvencias en los últimos meses.
Por su parte, la vuelta a la presidencia de Donald Trump también tendrá impacto en estas diferencias, ya que se prevé que sus primeras medidas económicas apoyaran a la actividad a corto plazo a diferencia de Europa.
España, motor económico europeo
En esta situación de una Europa que no logra arrancar, emerge España como motor económico de la zona euro. En este sentido, Coface estima que España acabará 2024 creciendo un 3,0% y que en 2025 lo haga por encima del 2%. Una previsión superior a la del resto de grandes economías europeas. Sobre todo, de Alemania, que este ejercicio se contraerá un 0,2%. por el segundo año consecutivo y el año que viene solo crecerá un 0,4%. Y es que el país germano lleva varios años sufriendo por dos razones fundamentales: los costes de la energía y su estrategia de depender en exceso del mercado chino.
Según De Moura Fernandes, “la única esperanza para la zona euro es el consumo, ahora que los ciudadanos tienen salarios ‘más elevados’ por la bajada de la inflación. Sin embargo, en este momento, los europeos se están centrando en ahorrar, más incluso que antes del COVID”.
Los precios de materias se mantienen en niveles moderados gracias a que hay mucha producción, pero poca demanda, debido a la desaceleración de Estados Unidos y China y la ausencia de repunte en Europa. Esto se traduce en una situación desfavorable para los productores.
En cuanto al caso concreto del petróleo, se observa un equilibrio en el mercado que hace prever que el próximo año el precio del barril ronde los 70/75 dólares, a niveles de 2015 y 2016. El único riesgo a corto plazo es una escalada de las tensiones entre Israel e Irán, que podría llevar a un bloqueo en el estrecho de Ormuz, por donde pasa el 30% del comercio mundial de petróleo.
La bajada de los precios de las materias primas ha sido determinante para “aflojar” la presión inflacionista en los países, dando lugar a los descensos de tipos de los bancos centrales. Por ahora, Coface prevé que, a finales de 2025, los tipos de interés bajen alrededor del 2% en la zona euro.
Si bien, esta política monetaria más laxa para 2025 dará lugar a unas políticas fiscales más restrictivas que tendrán un efecto adverso sobre el crecimiento en la gran mayoría de los países. Especialmente, en la zona euro. De hecho, lo que se verá en 2025 en Europa será un ‘policiy mix’ entre política monetaria y fiscal que no va a ser favorable. Sobre todo, en algunos países que podrían ser restrictivos con los impuestos, como Francia (aunque con gran incertidumbre política) e Italia, que cuentan actualmente con déficits muy elevados.
De este modo, el jefe de macroeconomía de Coface sentencia que, “si las tensiones geopolíticas no se agraban y las materias primas no suben, será más fácil que las economías que peor lo están pasando puedan empezar a remontar. De lo contrario, podría venir otra oleada de inflación que complicaría más las cosas“.
La contribución más débil de los tres principales centros económicos (Europa, Estados Unidos y China) del mundo se verá compensada por la aceleración en muchas economías emergentes, gracias a condiciones de financiación menos restrictivas – aunque el Fed bajara menos sus tipos con la eleccion de Donald Trump. Así, estos nuevos players representarán el 40% del crecimiento mundial en 2025, es decir, el nivel más alto desde 2012.
Esto será gracias a la aceleración de los países del Golfo, por su repunte en actividad y en producción de petróleo, de Sudamérica, liderada principalmente por Argentina frente al debilitamiento de Brasil, y del Sudeste Asiático, con países como Indonesia, Vietnam, Malasia o Filipinas manteniendo su hegemonía.