Quien no está familiarizado con este problema puede que no llegue a entender que, dentro de unos años, no solo no tendrá billetes en los bolsillos, sino que es probable que tampoco tenga cartera. Si nuestros abuelos y abuelas levantaran cabeza es probable que se volvieran a sus nichos espantados de cómo ha evolucionado la economía.
En el proceso paulatino de desaparición del dinero físico vamos a poder asistir, como sociedad pasiva que somos, a las diferentes etapas a través de las cuales se va a intervenir nuestra voluntad sin que nos demos apenas cuenta.
La primera fase será la de intentar generar miedo. El miedo nos desconcierta y nos posicionará en un escenario que no nos resultará cómodo. Veremos de forma apabullante noticias sobre cibercrimen y sobre cómo las nuevas tecnologías nos van a superar. Nuestra cuenta de banco no está segura y no somos una ciudadanía madura para afrontar los retos de la digitalización y el progreso. Nos harán creer que el dinero se va a ir a los delincuentes digitales y que no habrá más posibilidades que pasar a un nuevo nivel.
La segunda fase será de la de entender el Estado como elemento protector que será la solución a nuestro problema. El mantra será hacernos creer que no podemos adoptar soluciones individuales ni independientes. Un ciudadano no está preparado para poder protegerse de modo individual. Por ello, es el gobierno y sus gobernantes los que se proclamarán como la clave de la protección. ¿Cómo lo harán? Aplicando tecnologías centralizadas, sometiendo a cada una de las personas a un embudo de información donde la privacidad pasará a otro término y difundirán el mensaje concreto. Ellos son los malos, nosotros los buenos y venimos a protegeros.
La tercera fase será la de difundir la solución. La desaparición del dinero físico tiene fácil solución. Basta con retirar todos los billetes del mercado, dejar de imprimir y lo tendremos hecho. Pero, para que un bien tan comúnmente utilizado desaparezca, tiene que aparecer la solución. Y esta es digital y debe poder implementarse y escalarse de forma adecuada. Serán las famosas billeteras diseñadas por los bancos centrales o los reguladores nacionales. La propaganda será absolutamente insoportable e incluso se generará un hype muy potente alrededor de esta tecnología. Seguro veremos neuromarketing y nos harán ver que quien no la use está fuera de toda sociedad. La presión social será insufrible sin ningún lugar a dudas.
La cuarta fase será convencernos de que la usemos. Habrá un camino de lucha encarnizada en la desaparición del dinero en efectivo. Recordemos que puede que haya entre un 15 y un 20% de las economías desarrolladas que vive del dinero no controlado o dinero B. Los billetes y monedas de curso legal son clave en este desarrollo ya que son el único dinero no controlado. Socialmente los pagos en efectivo se asocian a servicios, bienes o favores más baratos, como lo que el convencimiento no será fácil.
La quinta fase. Obligatoriedad. No nos extrañe nada que, en un futuro, el pago con medios centralizados dentro de una economía gobernada solo por el banco central sea una realidad. Es probable que veamos cómo nos obligan a usar solo unos medios de pago, solo una forma de actuar y que no nos dejen ser libres en lo económico. Da algo de miedo pensar que en cualquier momento pueden intervenir nuestras cuentas, que pueden hacer lo que quieran con nuestros ingresos y que el nivel de intervencionismo va a ser incluso mayor que el actual. Sin pretender ser optimista, es la manera más fácil de volver al comunismo más radical y la pérdida de libertades más importante de los últimos 70 años. Si no reaccionamos con alternativas estaremos perdidos.
La sexta fase, y la peor, será la de validación a nivel mundial. De una u otra manera, todos los burócratas mundiales desean el control total de las poblaciones. Cada país, de una u otra manera, implantará sus formas de trabajo, sus metodologías y la gestión de las economías locales y lo pondrán como referencia entre países. Será una carrera contra el tiempo. Primero identidades digitales, después control biométrico, tercero, grabación y monitorización constante y, por último, controlo tus movimientos económicos y así puedo intervenir tu capacidad de gasto.
Como lado positivo podemos decir que quizás lleguen tarde en la historia ya que, afortunadamente, la descentralización de la economía es un hecho. Con la aparición en 2008 del paper de bitcoin, se pusieron los pilares por primera vez de una modelo económico y financiero sin bancos centrales, donde la independencia y la libertad son pilares del futuro. Puede que ya sea tarde para poner puertas al campo.