Así no es de extrañar que una de las grandes batallas de Podemos fuese precisamente los impuestos y que ahora sus herederos, es decir la pareja de moda, el guapo y la rubia de bote, hayan aflorado esa obsesión en forma de acuerdo de gobierno. Así es como en la presentación del programa en papel mojado, puesto que en cuanto lo pidan sus otros socios lo que se dice en él, dejara de decirse, aparecen los nuevos impuestos, la nueva presión fiscal, para poder hacer frente a sus ingentes gastos sociales, la mitad de ellos perfectamente prescindibles.
Pero claro las empresas han de pagar mas y en lugar de pagar impuestos sobre la base imponible, se pasara a pagar sobre el resultado contable , sobre la diferencia «desnuda» entre los ingresos y los gastos de las compañías, lo que no solo generaría inconvenientes importantes para muchas, sino posiblemente también problemas en forma de cierres. Se daría incluso la paradoja de tener que pagar impuestos aunque se pierda dinero.
Para los expertos, el problema no solo sería el tener que tributar por un beneficio distinto a la capacidad económica, sino que no permitirían aplicar las correcciones técnicas habituales, que a día de hoy en algunos casos permiten no tener que tributar nada.
Es decir, desparecerían : la consolidación fiscal, por la que los grupos empresariales tributan en conjunto -para que no pagar dos veces por el mismo beneficio-; la compensación por pérdidas, y los que permiten deducir las ventas que un grupo empresarial ha acometido en el extranjero y por lo que ya ha pagado impuestos fuera.
Por otra parte, “yoyolanda” desea que el salario medio se aproxime al europeo y para ello propone un salario medio de 1.545 euros. La subida puede calificarse de brutal y su impacto de consecuencias nefastas y todo ello sin contar con su traslado a una subida de los costes laborales. El trabajador aporta una cuota del 6,45 % a la Seguridad Social, pero en el caso del empresario o autónomo, este pago asciende al 30,4 % de la base imponible. En definitiva, un trabajador que cobre el SMI le cuesta a su empleador casi 1.650 euros. Con un salario mínimo de 1.545 euros mensuales, estos costes aumentarían hasta los 2.350,46 euros, un 43 % más. Con 1,92 millones de trabajadores cobrando el salario mínimo, hablaríamos de un aumento del coste de casi 3.800 millones al año.
Y así, suma y sigue, el problema es saber quien pagará todos estos aumentos, porque es posible que muchos echen el cierre