A estas alturas resulta que no hay nadie exento de algo de corrupción, porque según los datos que entre todos los medios de comunicación se han puesto sobre la mesa hasta la mujer del mismísimo Sánchez puede verse involucrada en esta historieta macabra en la que se ha convertido el caso, y lo peor de todo es que esto no ha hecho mas que empezar, que el sumario está bajo teórico secreto.
La gravedad de los hechos supera todo lo conocido de otras ocasiones y lo peor de todo es que se desarrollo durante un periodo de tiempo en lo que estaba en juego eran las vidas de millones de personas. Y valiéndose de eso, esta panda de desalmados se enriqueció hasta limites insospechados.
Esa circunstancia que debería de unir a los políticos para todos juntos expulsar de la vida publica a esa carroña se está convirtiendo en una serie de dardos envenenados de unos hacia otros y viceversa, de forma y manera que el espectáculo político es dantesco porque en la retahíla de insultos, sospechas y acusaciones no queda, prácticamente nada en pie con el Congreso empantanado por la incompetencia y golfería de su presidenta; el Consejo de Ministros invalidado por su afán de inculpar a la oposición sin mirar en su propio seno en el que se han urdido y amañado todo tipo de robos, sobornos y tráfico de influencias; la oposición empeñada en implicar como sea a todo el que se mueva en las filas del socialismo; a los fiscales por no hacer su trabajo con honestidad y eficacia,… y no nos olvidemos del auténtico culpable que no es otro que Sánchez que obsesionado con Diaz Ayuso se empeño en inculpar a su hermano para tratar de retirarla de la vida pública, circunstancia que no se ha producido, pero que si a dado ligar a esta investigación y afloramiento a la luz del caso Koldo.
Y mientras la única que se salva es la Guardia Civil encargada de investigar y elaborar los informes con los que los jueces puedan trabajar