De acuerdo con los datos de CaixaResearch el consumo de los residentes, que se hundió un 47% en los días posteriores (del 30 de octubre al 5 de noviembre) se recuperó rápidamente y ya superaba la media nacional un mes después; los comercios de la zona cero vieron desplomarse un 83% la facturación en la semana posterior y esta tardó ocho meses en regresar a los niveles previos.
El análisis muestra cómo un aumento del consumo de los residentes no implica necesariamente una mayor facturación en los establecimientos locales. Así, en Alfafar y Paiporta, el consumo de los habitantes creció más de un 20% interanual en septiembre, mientras que la facturación de sus comercios apenas superó en un 10% la del año anterior. Esta diferencia se explica en parte por el hecho que algunos comercios no han retomado su actividad.
De hecho, la zona más afectada por la DANA ya cuenta con más comercios activos que antes del episodio, aunque en localidades como Alfafar, Massanassa y Sedaví todavía no se ha recuperado plenamente el nivel previo. El servicio de estudios de la entidad constata, además, que entre los residentes, las personas con menores ingresos sufrieron el mayor impacto: su consumo llegó a caer un 82%, frente al 40% de las rentas más altas. Además, entre diciembre de 2024 y septiembre de 2025, el consumo de las rentas bajas aumentó un 12% interanual, por debajo del 16% registrado entre las rentas altas, ampliándose así la brecha de consumo.
«Con diferencia, el sector que mejor se ha comportado en la zona cero es el de primera necesidad (supermercados y farmacias)», explica Martín Vilató, economista de CaixaBank Research. El experto incide en que el consumo en este tipo de bienes se encuentra un 10% por encima de los niveles del año pasado, mientras que el consumo en el resto de sectores (transporte, ocio y hostelería, comercio minorista) se encuentra en niveles similares.
El economista detalla que el consumo de los residentes del área más afectada ha crecido «muy por encima del promedio del resto de España», posiblemente por las necesidades de reposición. Esta diferencia se ha ido reduciendo durante las últimas semanas y es previsible que la normalización continúe los próximos meses.
Las grandes empresas resistieron mejor: su facturación cayó un 85% tras la DANA, pero el pasado mes de septiembre ya se había recuperado al nivel del año anterior. Por el contrario, las pequeñas empresas sufrieron una caída del 98% y, un año después, su facturación seguía más de un 10% por debajo del mismo periodo del ejercicio previo.
La Dana también dejó profundas heridas en el campo valenciano hace un año. En concreto, según estimaciones de Agroseguro, las precipitaciones impactaron de forma severa en producciones como los cítricos y el caqui, y en bastante menor medida en las hortalizas y el viñedo. Los daños alcanzaron cerca de 26.000 hectáreas, lo que ha supuesto el abono de indemnizaciones a las decenas de agricultores asegurados por un montante de alrededor de 60 millones de euros.
Solo en cítricos, dañados por la lluvia, la superficie afectada superó las 13.500 hectáreas, cebándose especialmente en los cultivos de naranja y mandarina en las comarcas de Riberas del Júcar, Huerta de Valencia y Hoya de Buñol. Mientras que en otros cultivos como el viñedo los daños, centrados en la plantación y las instalaciones de las explotaciones, alcanzaron una superficie de 2.500 hectáreas.
Planas, ministro de Agricutura aseguró el jueves durante una visita a Valencia que el Gobierno ha gastado en el campo valenciano más de 277 millones de euros, aunque la movilización de recursos superará los 400 millones en los próximos meses. Solo en ayudas directas a los agricultores y ganaderos afectados ha desembolsado un montante de 190 millones y el presupuesto en obras de reconstrucción de caminos rurales, redes de regadíos y parcelas ha alcanzado los 87,37 millones. Un capítulo que todavía no se ha cerrado, porque los trabajos encargados a la empresa pública Tragsa alcanzan los 188,34 millones de euros, según estimaciones de este Ministerio. Unas acciones que se han centrado, especialmente, en la Comunidad Valenciana, por ser la región más dañada por la Dana.
Planas realizaba un balance positivo de las medidas adoptadas por su departamento tras la Dana: “Ha sido un gran trabajo de reconstrucción y lo vamos a continuar hasta el final”, apuntaba el titular de Agricultura quien añadía que se estaba realizando las actuaciones previstas «y lo vamos a seguir haciendo hasta acabar la recuperación». En cuanto al número total de beneficiarios, en el departamento de Planas, calculan que únicamente por daños en la producción ya hay 9.136 agricultores y ganaderos aunque reconocen que dar una cifra total es complicado porque los damnificados han acudido a varias líneas de ayudas a la vez. Por su parte, el ministro estimaba que ya se habían reparado casi 2.000 kilómetros de caminos rurales, con trabajos realizados por un valor de 30,7 millones de euros en 90 municipios. Además, añadía, se han desembolsado casi 22 millones para culminar labores de reparación en 16 comunidades de regantes y avanzar actuaciones en otras 87.
El Ministerio de Agricultura estima que ya han comenzado las obras de reparación en 1.612 fincas repartidas por 36 poblaciones de la zona afectada de las que 417 explotaciones ya estaría completamente recuperadas. Todo ello, con una inversión que hasta la fecha alcanza los 30 millones. De igual modo, ya se han rehabilitado dos viveros y se está actuando en nueve más, con una inversión superior a 7 millones de euros.
Desde la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) se muestran más prudentes y sostienen que más del 40% de las explotaciones, empresas e infraestructuras agrarias todavía no han recuperado la normalidad. El presidente de AVA-ASAJA advertía esta semana de que «las obras de reconstrucción van para largo pese al esfuerzo de las administraciones, y siguen pendientes las infraestructuras hidráulicas que la Dana ha evidenciado que hacían falta para minimizar el impacto de futuras riadas». Fuentes de esta organización agraria explica que se ha dado prioridad a las explotaciones ganaderas, ante la necesidad de seguir alimentando a los animales a las fincas más importantes, y a las comunidades de regantes para garantizar el uso del agua. Sin embargo, hay miles de campos así como de invernaderos, viveros, instalaciones de riego y otras infraestructuras que aún no han sido reconstruidos en su totalidad. Todo lo anterior, a pesar del trabajo de Tragasa, que para AVA – ASAJA está usando todos los recursos disponibles aunque centrado en la red de caminos. Aguado lamenta que «hay campos que tardarán uno o dos años en reiniciar la recuperación del arbolado y, en algunos casos, se habrán perdido».

