Es decir, como señalan en el IEE, el nuevo escenario político aumenta la incertidumbre y el riesgo de desaceleración de la de la economía española. El aumento de la incertidumbre influye negativamente en las decisiones y en la actividad, lo que, de mantenerse en el tiempo, puede conllevar un freno adicional sobre los proyectos de inversión y la creación de empleo.
Y por mucho que hoy el FMI haga resoplar de satisfacción a Calviño y sus boys, lo cierto y verdad es que el grado de incertidumbre que trasmiten los empresarios de todo tamaño y condición es de tal calibre que el ambiente se corta, entre otras cosas porque de consolidarse la política laboral fiscal ellos últimos años la contratación puede caer en picado.
Por otra parte, y junto a ese mundo tensionado y expectante empiezan a filtrase los posibles acuerdos políticos que sonrojarían a los padres de la Constitución, pero que para Sánchez son como el `pan nuestro de cada día y eso a pesar de que para muchos de sus socios resulta complejo explicar como le apoyan cuando sus enemigos del alma también están con el socialista para rascar algo de pelo del poder.
Es el caos de los vascos cutos representantes de la derecha y de la izquierda, con programas políticos dispares apoyan a Sánchez para arrogarse el hecho y así, a su vez, convencer a sus afiliados y simpatizantes del País Vasco que ellos, uno y otro, son los que logran de Madrid las cosas.
En definitiva todo un espectáculo infantil en el que los políticos pierden toda vergüenza y vende su alma al diablo, como si eso no importase, cuando lo único que logran es, eso si, engordar sus arcas y repartir mas comas entre los que se dejan convencer de que este sistema es el bueno, cuando lo absurdo, como reconoce Garamendi es que todo un país dependa de las minorías y sus caprichos.