El impacto inicial de los aranceles ya se deja sentir en la región, pero también hacen mella las tensiones geopolíticas globales y la inestabilidad a nivel interno, sobre todo la de pesos pesados como Francia. En medio de un horizonte que vuelve a estar plagado de nubarrones, la economía española resiste de momento al golpe de las primeras tasas comerciales y el agotamiento de sus principales socios.
En Alemania, el paro ha superado en agosto los tres millones de personas por primera vez desde 2015. La Agencia Federal de Empleo del país (BA, por sus siglas en alemán) atribuye este deterioro al verano -muchas empresas rescinden contratos con la llegada de las vacaciones y se terminan, además los de formación- y a la debilidad de la economía, que no termina de recuperarse de la parálisis de los últimos años.
De hecho, el PIB de la ‘locomotora’ europea se contrajo un 0,3% entre abril y junio con respecto al trimestre previo, tres veces más de lo que había previsto su Oficina Federal de Estadísticas. La caída de la actividad en ese mismo periodo se extiende a Italia (-0,1% trimestral), donde ni el consumo de los hogares ni el público tiran apenas y la inversión también permanece prácticamente estancada.
La situación no es mucho mejor en Francia, incapaz de contener un déficit del 5,8% y una deuda en el entorno del 114% sin tocar los servicios esenciales. Menos aún en medio de una situación política cada vez más delicada. «No es probable» que el nuevo primer ministro, François Bayrou, que no obtuvo los votos suficientes para sacar adelantes sus presupuestos, «consiga salir victorioso en la moción de confianza prevista para el 8 de septiembre», advierten desde la consultora MacroYield, por lo que podría seguir los mismos pasos que su antecesor al presentar sus planes de recorte de gasto.
«Aunque la inestabilidad política en Francia podría estar ya muy cotizada, otoño se presenta complicado en este sentido para la Eurozona», añaden. Se celebran, también, las elecciones anticipadas en Países Bajos en octubre, donde las encuestas no señalan un claro ganador y apuntan a un nuevo periodo de desgobierno. Esta debilidad interna es el peor caldo de cultivo para seguir negociando los flecos que quedaron pendientes en el acuerdo comercial sellado con Estados Unidos.
Finalmente, el sector agroalimentario del Viejo Continente está entre los principales damnificados por un acuerdo que fija un 15% de aranceles para la mayoría de las importaciones europeas y que obliga a mover ficha con rapidez a la Comisión y a los Veintisiete para que el automóvil vea rebajados sus impuestos del 27,5% actuales hasta ese nivel.