La iniciativa persigue establecer centrales modulares en sus principales bases, que incluyen el extranjero, como las que EEUU tiene en Rota y Morón de la Frontera. El objetivo es que los emplazamientos puedan operar con completa independencia de la red eléctrica ante apagones o ciberataques.
El ejército de EEUU lleva años tratando de conseguir reactores nucleares portátiles o que sean cada vez más pequeños y económicos. Con la llegada de Trump a la Casa Blanca, el presidente ha vuelto a impulsar la energía atómica. En mayo, decretó una orden presidencial para que el Pentágono diseñara una estrategia atómica para todo su brazo militar. El resultado ha sido un programa para instalar los reactores modulares atómicos que se han popularizado en el sector civil.
El programa fue anunciado por el secretario del Ejército de EEUU, Driscoll, y el secretario de Energía, Wright, que enfatizaron las «necesidades energéticas» del ejército con vistas claras a China. «Si pensamos en nuestra participación en un conflicto en la región del Indopacífico, no va a ser como las guerras que hemos tenido en los últimos 40 o 50 años», afirmó Driscoll en declaraciones ante la prensa. «Vamos a necesitar poder acceder a una energía como nunca antes la hemos necesitado».
La Casa Blanca ha querido ser prudente ante la idea de colocar minirreactores nucleares a las puertas de casi todos los hogares estadounidenses. La mayoría de las bases militares se encuentran próximas a importantes centros de población, incluidas las extensas metrópolis costeras, como Los Ángeles, Nueva York, San Francisco o Miami. «Va a haber un largo periodo de debate local. Creo que mientras mantengamos ese debate, mientras el proyecto tenga un rostro claro y nos comprometamos claramente con las comunidades locales, habrá muchas ganas de llevarlo a cabo», afirmó Jeff Waksman, subsecretario adjunto del Ejército para Instalaciones, Energía y Medio Ambiente. «Si las comunidades locales deciden que no lo quieren, no lo haremos. No estamos aquí para imponernos a ninguna comunidad local».
Si en casa puede ser un problema colocar un reactor, en el extranjero es todavía más inquietante. El propio Walksman, consciente, afirmó que no se repetiría una situación como la de Groenlandia, cuando EEUU construyó clandestinamente un reactor nuclear a principios de los 60 en la base de Thule sin que los daneses supieran nada. «Así no es como funcionamos en 2025, conque no vamos a colar estos reactores en ningún sitio», señaló Walksman.
Si el plan nuclear de Trump funciona, uno de los destinos podrían ser las bases militares de Rota y Morón de la Frontera, piezas elementales del sistema de defensa de la OTAN en Europa. El control de qué armamento y materiales norteamericanos se introducen depende en gran medida de una aprobación del Congreso de los Diputados. No obstante, las relaciones entre España y EEUU se encuentran en uno de los momentos más tensos de su historia reciente, cuando Trump ha repetido en varias ocasiones que la Moncloa debe aumentar el gasto militar.
La previsión de la Casa Blanca es que los primeros minirreactores estén listos en 2028. Ni Walksman, ni Driscoll dieron una fecha próxima, pero aseguraron que en las próximas semanas publicarían los detalles del contrato para que se presenten las compañías a las adjudicaciones.