Según el informe de «Tendencias en las empresas españolas», España ha perdido 197.000 empresas activas entre 2022 y 2023. De hecho, hay 50.000 empresas cotizando menos que cuando Sánchez llegó al poder, según datos del propio Gobierno publicados con el dato de paro de noviembre. Si atendemos a lo que refleja el Banco de España, en el primer trimestre de 2024 aumentó el porcentaje de empresas vulnerables respecto al mismo periodo de 2023, tanto por tener rendimiento ordinario negativo como por la presión financiera elevada. Un 30% de empresas tienen rendimiento ordinario negativo y eso con la moratoria contable de esconder pérdidas. Así, es normal que el porcentaje de empresas en dificultades se sitúe «por debajo del promedio desde 2008».
Por otra parte y según el Registro de Inversiones, en 2023, España recibió 28.074 millones de euros en inversión productiva bruta extranjera, un 11,6% menos que los 31.766 millones registrados en 2022 y muy por debajo de los 52.804 millones de euros de 2018.
Para colmo cuando se habla de empleo y sus records, la realidad es que con 3,8 millones de desocupados apuntados al SEPE, 600.000 pluriempleados y la tasa de actividad estancada en el 59%, comparado con el 60% en 2018. Te habla de crecimiento récord con el PIB per cápita ajustado por poder adquisitivo estancado y dopando el PIB con gasto público, que ha aumentado un 19% desde 2019, tres veces más que el aumento del PIB total, y dopando empleo y PIB con más de dos millones de inmigrantes nuevos.
En este contexto hablar de mora no es mas que una disculpa para no enfrentarse a la realidad de una economía en crisis y unas empresas al borde del abismo, no de una economía que va como un tiro o un cohete.