En el ámbito de la inversión de impacto, los activos ilíquidos han surgido como una vía atractiva para aquellos que buscan marcar una diferencia duradera al tiempo que cosechan posibles recompensas financieras.
En este contexto se podrían distinguir dos modelos de inversión con efecto transformador:
1- La inversión con impacto que busca la creación de valor económico de una manera que también genere valor para la sociedad. Si bien está relacionado con la innovación, tiene como base la evolución de los modelos de negocio hacia una mayor orientación a la consecución de beneficio para todos los actores que están involucrados con la empresa (stakeholders) frente al tradicional concepto de maximización de valor para el accionista. El inversor ‘con impacto’ busca respuesta a la pregunta ¿cómo hago para que mi dinero contribuya a una mejora de los modelos de negocio? Aquí, si bien se trata de maximizar el trinomio anterior, el factor riesgo es el que cobra más importancia, bajo la premisa de que aquellas empresas que buscan generar un rendimiento económico mientras buscan una mejora de su entorno tendrán mayores oportunidades en nuevas líneas de negocio, incrementarán la productividad y lograrán una ventaja competitiva en su sector, lo que traerá consigo una mayor rentabilidad financiera. En Portocolom AV identifican la inversión con impacto en activos líquidos (renta fija y renta variable) y para identificar oportunidades relacionadas con la persona – abordar problemas sociales se fijan en sectores como el de salud, telecomunicaciones, educación, financiero, determinadas industrias dentro del sector consumo, inmobiliario, en este caso poniendo especial foco en aspectos como las cadenas de suministro, el trato a los trabajadores, la gestión de la información de las redes sociales o el uso de agua en sectores intensivos como el de semiconductores, por ejemplo.
2- La inversión para impactar que tiene como base la innovación social y se centra en la búsqueda de soluciones que den respuesta a un problema social o medio ambiental. Podríamos decir que el inversor que destina sus recursos para impactar busca la respuesta a la siguiente pregunta: ¿qué apoyo financiero y extra financiero necesitan las empresas a las que voy a destinar recursos para maximizar su impacto? A la hora de tomar decisiones el factor diferencial es el impacto positivo que tenga la empresa, por lo que el inversor está dispuesto a tener un horizonte temporal mayor y a maximizar el trinomio rentabilidad financiera/riesgo/impacto, siendo el factor impacto el más importante. Es por ello por lo que consideran como inversión para impactar aquellas que se materializa mediante activos ilíquidos (capital riesgo y deuda privada principalmente). En esta área destacaríamos sectores como inclusión financiera (tanto microcréditos como acceso al crédito para pequeños negocios) salud y estado del bienestar, educación y empleo, alimentación o inmobiliario con condiciones ventajosas para las personas con menos recursos.
Los activos ilíquidos, a menudo caracterizados por horizontes de inversión más largos y una liquidez limitada, incluyen el capital privado, el capital riesgo, los bienes inmuebles y los proyectos de infraestructuras. A pesar de sus retos inherentes, estas inversiones ilíquidas ofrecen una combinación única de rentabilidad financiera y la oportunidad de impulsar un cambio social positivo.
Activos ilíquidos, ventajas alineadas con el propósito.
Impacto a largo plazo:
Las inversiones ilíquidas requieren naturalmente un enfoque de capital paciente. Esto se alinea a la perfección con la naturaleza a largo plazo de las iniciativas de impacto, permitiendo a los inversores contribuir a soluciones sostenibles que pueden tardar en madurar y generar un cambio significativo. Ya sea apoyando a nuevas empresas innovadoras o financiando proyectos de infraestructuras sostenibles, las inversiones ilíquidas permiten a los inversores desempeñar un papel activo en la configuración de un futuro mejor.
Alineación de valores:
La inversión de impacto en ilíquidos permite a los inversores alinear sus objetivos financieros con sus valores personales. Al dirigir el capital hacia proyectos y empresas que dan prioridad a los factores medioambientales, sociales y de gobernanza (ASG), los inversores pueden contribuir a resultados sociales positivos y, al mismo tiempo, obtener una rentabilidad financiera atractiva. Esta alineación fomenta un sentido de propósito y satisfacción más allá de la mera ganancia financiera.
Perfil de riesgo-rentabilidad:
Aunque las inversiones ilíquidas pueden conllevar mayores riesgos iniciales y períodos de tenencia más largos, a menudo ofrecen la posibilidad de obtener mayores rendimientos en comparación con las inversiones líquidas tradicionales. El capital privado y el capital riesgo, por ejemplo, han demostrado históricamente su capacidad para superar a los mercados tradicionales. Este atractivo perfil de riesgo-rentabilidad puede resultar especialmente interesante para los inversores que buscan equilibrar las ganancias financieras con contribuciones de impacto social y medioambiental.
Ventajas de diversificación:
Los activos ilíquidos proporcionan una vía para diversificar una cartera, ayudando a los inversores a gestionar el riesgo mediante la reducción de la exposición a las clases de activos tradicionales. La baja correlación de los activos ilíquidos con los mercados cotizados puede mejorar el rendimiento general ajustado al riesgo de una cartera, ofreciendo una ventaja estratégica en condiciones de mercado inciertas.
Innovación y espíritu empresarial:
Las inversiones ilíquidas a menudo financian empresas innovadoras y emprendedoras que impulsan el crecimiento económico y la creación de empleo. Mediante el apoyo a nuevas empresas y negocios centrados en la sostenibilidad y el impacto social, los inversores pueden participar activamente en el fomento de la innovación y el cambio positivo.
Una forma muy eficiente de establecer los objetivos de impacto a conseguir y monitorizar es trabajar en torno a las cinco dimensiones siguientes:
· QUÉ: Qué resultados se quieren conseguir e importancia de los mismos.
· QUIÉN: Quiénes son los beneficiarios y cómo de desfavorecidos están antes de que se lleve a cabo la acción.
· CUÁNTO: Qué número de beneficiarios hay (escala), qué grado de cambio experimentan (profundidad) y durante cuánto tiempo (duración).
· CONTRIBUCIÓN: lo que pasa en relación con lo que pasaría si no existiese la empresa.
· RIESGO: Qué impactos puede haber distintos al esperado.
Aunque estos datos resultan más intuitivos de aplicar en un fondo de activos ilíquidos, considerar llevar a cabo un análisis de las cinco dimensiones de impacto y cómo nuestra cartera está contribuyendo a los Objetivos de Desarrollo Sostenible puede ser un buen ejercicio para comenzar a determinar qué es lo que pretendemos obtener con nuestras inversiones.
En conclusión, el atractivo de la inversión de impacto en activos ilíquidos reside en la combinación única de rentabilidad financiera y oportunidad de contribuir a resultados sociales positivos. A medida que los inversores se vuelven más conscientes del papel catalizador de una inversión responsable y sostenible, las inversiones ilíquidas ofrecen una vía atractiva para lograr un impacto duradero al tiempo que se alcanza el éxito financiero. El creciente impulso de la inversión de impacto en ilíquidos señala un cambio hacia un enfoque más consciente y progresista de la creación de riqueza.