Por lo tanto, el Banco de Rusia considera necesario «endurecer aún más la política monetaria para limitar la desviación al alza de la inflación con respecto al objetivo» y devolverla al 4% en 2024, lo que implica que se mantendrán unas condiciones monetarias estrictas en la economía durante un periodo prolongado. En su análisis, la entidad presidida por Nabiulina advierte de que la demanda interna, «en constante aumento», supera cada vez más la capacidad de ampliar la producción de bienes y la prestación de servicios, y las expectativas de inflación siguen siendo elevadas, con ritmos de crecimiento del crédito invariablemente altos, así como una disminución más lenta de lo esperado en los próximos años del estímulo fiscal implementado.
Según el pronóstico actualizado del Banco de Rusia, la inflación anual oscilará entre el 7% y el 7,5% al cierre de 2023, por lo que la institución espera que, dada la actual postura de política monetaria, la inflación anual disminuirá hasta el 4% o el 4,5% en 2024 y se mantendrá cerca de su objetivo del 4% en el futuro.
En este sentido, la institución advierte de que «los riesgos proinflacionarios siguen siendo sustanciales en el horizonte a medio plazo», advirtiendo de que un mayor déficit presupuestario alentará la amenaza de los precios, haciendo posiblemente necesaria una política monetaria más estricta para devolver la inflación al objetivo en 2024 y mantenerla cerca del 4% en el futuro.
Asimismo, debido a los recursos laborales limitados del país, el crecimiento de la productividad laboral puede quedar aún más rezagado que el aumento de los salarios reales, apunta la entidad, para la que las tensiones geopolíticas que afectan los términos del comercio exterior de Rusia «también crean riesgos proinflacionarios» a través de los movimientos del tipo de cambio y una creciente complejidad de las cadenas de producción y suministro y de los pagos, que puede encarecer las importaciones.
De su lado, un deterioro de las perspectivas económicas mundiales y un nuevo aumento de la volatilidad en los mercados financieros mundiales también pueden provocar importantes efectos proinflacionarios a corto plazo, advierte el banco central ruso.
Por otro lado, el Banco de Rusia destaca que los datos recientes del tercer trimestre sugieren que la economía «se está expandiendo más rápido» de lo que esperaba la entidad en septiembre, impulsada por la demanda interna, lo que refuerza las persistentes presiones inflacionarias. En este sentido, el aumento de la demanda interna de Rusia refleja la expansión de la demanda privada al tiempo que la demanda del sector público sigue siendo alta y se espera que el estímulo fiscal aumente nuevamente.
«El crecimiento de la actividad del consumidor se ve impulsado por el aumento de los salarios reales y el alto crecimiento del crédito», explica el Banco de Rusia, añadiendo que el aumento significativo de los beneficios de las empresas rusas y el optimismo empresarial, en parte por el estímulo fiscal, respaldan una elevada demanda de inversión.
Además de las sanciones externas, la institución resalta el impacto para la limitación de la oferta en la economía rusa relacionado con las condiciones del mercado laboral, donde la escasez de mano de obra sigue aumentando y el desempleo está en un mínimo histórico. De este modo, el Banco de Rusia contempla un escenario base en el que el PIB crecerá entre el 2,2% y el 2,7% en 2023; entre 0,5% y 1,5% en 2024, entre 1% y 2% en 2025 y entre 1,5% y 2,5% en 2026.