El Banco Central Europeo ha endurecido su política monetaria a pesar de la ralentización de la economía de la eurozona, insistiendo una vez más en su principal objetivo: controlar la inflación. Esto sitúa el principal tipo de refinanciación en el 4,5%, el nivel más alto en 22 años. Asimismo, el tipo de depósito sube al 4%, un nivel nunca visto, y el tipo marginal de crédito sube al 4,75%, algo que no sucedía desde finales de 2008.
Sin embargo, la subida de hoy debe considerarse una «subida moderada» y así es como la han interpretado los mercados. Según la declaración del banco, «el Consejo de Gobierno considera que los tipos de interés oficiales del BCE han alcanzado niveles que, mantenidos durante un período suficientemente largo, contribuirán sustancialmente a que la inflación vuelva a situarse oportunamente en el objetivo». El mercado lo ha interpretado como una señal de que las subidas de tipos han llegado a su fin por ahora. El Consejo seguirá adoptando un enfoque supeditado a los datos para determinar el nivel adecuado de los tipos, basándose en su evaluación de las perspectivas de inflación a la luz de los datos económicos y financieros entrantes, la dinámica de la inflación subyacente y la solidez de la transmisión de la política monetaria.
El BCE también ha actualizado hoy sus previsiones macroeconómicas para la eurozona, las cuales han contribuido a la interpretación moderada de la reunión de hoy. Como en ocasiones anteriores, la institución ha recortado sus previsiones de crecimiento y ha elevado las estimaciones a medio plazo para la inflación general, alimentando la retórica de la estanflación. El BCE prevé ahora un crecimiento del PIB del 0,7% para 2023 (frente al 0,9% previsto en junio). Para 2024, la previsión del PIB cae 0,5 puntos porcentuales, hasta el 1%, y para el año siguiente, hasta el 1,5% (frente al 1,6%). Las proyecciones macroeconómicas de septiembre sitúan la inflación media en el 5,6% en 2023, en el 3,2% en 2024 y en el 2,1% en 2025. Se trata de una revisión al alza para 2023 y 2024, debido al aumento de los precios de la energía, y una revisión a la baja para 2025. Sin embargo, el elemento más llamativo y más moderado de estas previsiones macroeconómicas actualizadas es la ligera revisión a la baja de la inflación subyacente. El BCE espera que la presión subyacente sobre los precios se sitúe en el 5,1% en 2023, en el 2,9% en 2024 y en el 2,2% en 2025.
En definitiva, creemos que se trata de una subida de tipos moderada, en la que parece haberse alcanzado un acuerdo entre los miembros agresivos y los moderados: parece que los halcones han logrado una subida de tipos, a cambio de revisiones a la baja de la inflación y de un lenguaje moderado. Eso podría implicar que es la última subida del ciclo actual. El euro ha reaccionado de forma agresiva y esta subida moderada ha provocado una caída de la moneda común de casi el 0,7% frente al dólar, lo que le ha llevado a su nivel más bajo en tres meses.
En nuestra opinión, no se descarta por completo otra subida de tipos antes de finales de año, ya que los datos de inflación subyacente justifican la necesidad de un mayor endurecimiento. Dicho esto, la ralentización a la que se enfrenta la eurozona, y la recesión que acecha a su mayor economía, Alemania, significa que no está nada claro que el BCE vaya a seguir adelante. Como ha subrayado el propio BCE, esto dependerá de los próximos datos, en particular de los datos de inflación.
Aunque la subida final de tipos está en el aire, creemos que la atención se centrará cada vez más en el calendario previsto para el inicio del ciclo de relajación del BCE. Creemos que, a diferencia de la Fed, no es probable que el BCE recorte los tipos en 2024, sobre todo teniendo en cuenta los efectos de segunda ronda de la inflación. En cualquier caso, pensamos que el BCE llevará a cabo los primeros recortes más tarde, y posiblemente a un ritmo más gradual, que su homólogo estadounidense, por lo que aún vemos margen para una cierta apreciación de la moneda común frente al dólar estadounidense hasta final de 2024.