La acción transcurre en el Japón de mediados del siglo XX en una sociedad tradicional que todavía no ha entrado en la modernidad, y hay momentos en que la acción transcurre en lugares apartados y muy pobres a los que hay que llegar después de varias noches de tren y de trasbordos; las mismas ciudades todavía no han experimentado un gran desarrollo urbano. Los personajes que aparecen son muy normales, con una exquisita educación y respeto, llenos de amabilidad y afán de colaboración, independientemente de su nivel cultural.
Todo se inicia al descubrir un guardavías en las primerísimas horas de la mañana, cuando está revisando un tren para que inicie el primer viaje, el cadáver de un hombre terriblemente mutilado en la cabeza y puesto para que el tren le aplastara en cuanto comenzara a moverse. La policía se hace cargo, pero no se sabe ni quien es el asesinado ni cómo llegó allí, las únicas pistas con las que cuentan son las proporcionadas por una camarera y unos clientes de un bar que se fijaron en dos sujetos, uno viejo y otro joven, no habituales que entraron en el bar: no les vieron las caras pero les pareció oír una palabra con un acento característico de una región del país. El inspector Imanishi, hombre de gran sensibilidad que colecciona bonsais en el estrecho jardín de su casa y amante de los kaiku, se va a hacer cargo de la investigación.
Lo primero es conseguir averiguar la identidad de la persona asesinada y que gracias a la difusión que hacen del suceso aparecerá quien le reconozca, pero esto no va a ayudar a hacer avanzar la investigación, solo el ir tirando de hilos muy sutiles, que harán que el misterio se vaya desvelando, aunque muy lentamente. En uno de los viajes que tiene que hacer el inspector conoce a un grupo de jóvenes, integrantes de un movimiento nuevo: son artistas e intelectuales que pretenden hacer avanzar la cultura moderna frente a la tradicional. Cada uno de sus componentes representa un sector de la cultura y aparecen siempre rodeando el ambiente del hecho que se investiga.
La parte final del libro adquiere un mayor ritmo hasta desentrañar el misterio gracias a la susceptibilidad y capacidad de análisis de Imanishi, descubriendo la razón del título de la novela.
Aparte de estar bien escrita, es de admirar la lógica aplastante con que avanza la investigación y los temas de fondo que sutilmente va introduciendo Matsumoto, calando hondo en la naturaleza humana y permitiendo entender las razones del asesino.
El castillo de arena
Seicho Matsumoto
Libros del Asteroide (2023)
415 págs.