Las alianzas económicas y comerciales con nuevos socios económicos, predominantemente China, han beneficiado a la región, pero también han hecho que los países que dependen de las importaciones de alimentos y energía sean más susceptibles a los choques globales, incluidas las interrupciones del aumento de las restricciones comerciales tras la invasión rusa de Ucrania. Si las tensiones geopolíticas aumentaran, los países podrían verse afectados por precios de importación más altos o incluso perder el acceso a mercados de exportación clave: aproximadamente la mitad del valor del comercio internacional de la región podría verse afectado.
Las pérdidas podrían agravarse si los flujos de capital entre los bloques comerciales se cortaran debido a las tensiones geopolíticas. La región podría perder un estimado de $10.000 millones de inversión extranjera directa (IED) y entradas de asistencia oficial para el desarrollo, lo que representa aproximadamente medio punto porcentual del PIB al año (según una estimación promedio de 2017–19). La reducción de la IED a largo plazo también podría obstaculizar la transferencia de tecnología que tanto se necesita.
Para los países que buscan reestructurar su deuda, la profundización de la fragmentación geoeconómica también podría empeorar los problemas de coordinación entre los acreedores.
A la región le iría mejor si solo Estados Unidos y la UE cortaran los lazos con Rusia y los países del África subsahariana continuaran comerciando libremente. En este escenario, denominado «desacoplamiento estratégico», los flujos comerciales se desviarían hacia el resto del mundo, creando oportunidades para nuevas asociaciones y posiblemente impulsando el comercio intrarregional. Debido a que algunos países africanos se benefician del acceso a nuevos mercados de exportación y a importaciones más baratas, la región en su conjunto no incurriría en una pérdida del PIB. Los exportadores de petróleo que suministran energía a Europa podrían incluso ganar.
Construyendo resiliencia
Para gestionar mejor los shocks, los países deben aumentar la resiliencia. Esto se puede hacer fortaleciendo la integración comercial regional en curso bajo el Área de Libre Comercio Continental Africana, lo que requerirá reducir las barreras comerciales arancelarias y no arancelarias, fortalecer la eficiencia en las aduanas, aprovechar la digitalización y cerrar las brechas de infraestructura. La profundización de los mercados financieros internos también puede ampliar las fuentes de financiamiento y reducir la volatilidad asociada con depender demasiado de las entradas extranjeras.
Para aprovechar los posibles cambios en el comercio y las corrientes de IED, los países de la región pueden tratar de identificar y fomentar los sectores que pueden beneficiarse de la desviación del comercio, por ejemplo, en el sector de la energía. Los exportadores de materias primas en la región podrían desplazar gran parte de la cuota de mercado energético de Rusia en Europa.
Los países también pueden confiar en los organismos de promoción del comercio para ayudar a identificar posibles oportunidades, desarrollar las habilidades y la capacidad necesarias para las exportaciones y, finalmente, reorientar la producción para aprovechar las nuevas corrientes comerciales. Mejorar el entorno empresarial, por ejemplo, reduciendo las barreras de entrada, regulatorias y fiscales también podría ayudar.
Cuáles serán los resultados exactos de la fragmentación y la polarización, y si estas tendencias continuarán son inciertos. Lo que está claro, sin embargo, es que las instituciones multilaterales tendrán que seguir facilitando el diálogo entre las naciones para promover la integración económica y la cooperación.