Y es que este tipo de producto experimentó un gran auge como vía de financiación en plena escalada de los tipos de interés. La rapidez a la hora de contratarlo si se compara con un préstamo convencional y la posibilidad de realizar este trámite de forma ‘online’ son algunos de los factores que explican esta demanda creciente. De hecho, su mayor uso ha aúpado la contratación de crédito a través Internet, que duplico su importe en 2023 frente al año anterior.
Según la Memoria Central de Información de Riesgos elaborada por el Banco de España, de las 59.432 operaciones concedidas en España durante el año pasado, 4.382 se otorgaron a través de esta modalidad. Constata así la penetración de este canal, ya que, si bien todavía es baja sobre el conjunto del total, ha experimentado un aumento de casi el 60% durante los últimos doce meses. Por poner en contexto, el volumen de operaciones de forma presencial ha repuntado en el periodo analizado cerca de un 20%, menos de una tercera parte, mientras la banca telefónica suma 1.732 de transacciones, un 33% más. El ritmo de crecimiento es más significativo si se mira hacia la cuantía, disparando las opciones en remoto disponibles. En el caso de las aplicaciones móviles, rebota más de un 127% después del freno de 2022, aumento que se modera al 71% en banca telefónica y contrasta con el saldo de la nueva financiación por métodos convencionales que sufre un estancamiento. Desde el comparador de precios Kelisto.es detallan que la «flexibilidad» que ofrecen las tarjetas de crédito con diferentes alternativas de pago y la posibilidad de financiar desde pequeñas cantidades hasta cifras más elevadas contribuyen a respaldar esta progresión.
La letra pequeña está en los elevados intereses que llevan aparejadas, con un coste que oscila entre el 5% y el 20%. El tipo medio de las nuevas operaciones asociadas a las tarjetas de crédito al cierre de abril (último dato disponible) escaló al 18,46%, dos décimas por encima del nivel en el que se movía al término del año pasado. El porcentaje llega a más que duplicar el del crédito al consumo convencional, que se mueve por debajo del 8%.
Fuentes bancarias indican que la tendencia a utilizar las aplicaciones financieras para este tipo de acuerdos comenzó a tomar forma a raíz de la pandemia, que se ha traducido en un espaldarazo definitivo hacia la digitalización por parte del sector, pero también de los usuarios. No obstante, a estas cifras también ha contribuido el mayor volumen de preconcedidos, que el banco ofrece en función del perfil de riesgo. «Estos créditos se dan a personas de las que ya se conoce el perfil de riesgo», subrayan las mismas fuentes.
Este comportamiento también se apoya en un cambio de hábitos de la sociedad, en el que la tarjeta va ganando cada vez más terreno frente al efectivo. En España hay más de 90 millones de tarjetas en circulación, en su mayoría de débito (alrededor de 49 millones), lo que supone que el número de ‘plástico’ de pagos aplazados ha empezado a equipararse con las convencionales.