Esa misma tónica se repite en esta novela en la que pretende mostrarse la teoría determinista de Laplace, conocida como el demonio de Laplace, que sostuvo que no solo el universo se mueve por leyes físicas determinadas que no pueden ser alteradas, sino que lo mismo ocurre con el hombre: todo sucede de una manera determinada y no puede ser de otra forma.
El protagonista es Santos Sena, casado y con un hijo, con un negocio próspero de venta de coches y aficionado a la bicicleta. Una tarde de toros contempla una escena que le marca totalmente: la muerte a la vez de toro y torero en el lance de matar y a la vez, la mirada de un curioso espectador con la que se cruza. Poco después montando por la noche en su cara bicicleta se deja llevar por la curiosidad y ve como un personaje todo vestido de negro abre en canal a un gato.
A partir de aquí comienza una aventura de matanzas de gatos, que poco a poco se extiende a asesinatos humanos. Y ahí aparecen dos policías, uno a punto de jubilarle que pasa de todo y uno, el jefe, con su primer caso, lleno de fuerza y de ilusión. ¿por qué ocurre todo esto? Ahí tenemos la novela que poco a poco va desentrañando toda una historia que hasta los últimos momentos no se podrá comprender y que explicará su título.
La novela en sí no contiene casi un tipo de intriga y el lector no se va a encontrar arrastrado a su lectura, porque casi todo lo importante se sabe o se intuye desde el primer momento, aunque irán apareciendo otros personajes que la irán enriqueciendo y contribuirán a hacer una novela peculiar, pero interesante; sin embargo en las dos últimas partes, nos encontraremos con Laplace, Einstein y junto con el determinismo y el libre albedrío la solución completa a los enigmas que se plantean.
La mayor parte de la acción transcurre en Sevilla, y el autor que ha nacido allí, aprovecha para ir recorriendo lugares emblemáticos de la ciudad. Literariamente casi no se puede incluir en el género policiaco, aunque haya policías, y sobre todo porque el autor se explaya a su gusto en muchos circunloquios y descripciones que la alejan de la concisión a la que se está habituado; no obstante, está bien escrita con un lenguaje rico y cuidado.
El demonio de Laplace
Antonio Guisado
Siruela (2024)
352 págs.