La razón de su ineficiencia es lo que tiene a líderes como Pablo Hernández de Cos o Cristina Herrero apremiando por iniciar el proceso: la consolidación fiscal se usa como herramienta de último recurso para aliviar las cuentas públicas cuando hay vacas flacas, en lugar de iniciarlos en periodos de mayor bonanza.
En concreto, los investigadores del FMI afirman que las consolidaciones fiscales elaboradas en momentos de expansión económica y con el apoyo de medidas favorables para el crecimiento son más eficaces. En los países más desarrollados, además, el organismo precisa que las medidas de apoyo al aumento del PIB deben incluir “más medidas basadas en el gasto que en los ingresos”. Con estas recetas, las ratios de deuda se consiguen reducir un 0,7% durante el primer año de aplicación y hasta un 2,1% en los cinco siguientes al realizar una consolidación fiscal exitosa, indica la institución.
La inflación es otro componente que influye positivamente a la reducción de la deuda. Además de mejorar la recaudación de la administración pública, aumenta nominalmente el PIB, lo que en términos cuantitativos reduce en torno a un 0,5% la ratio de deuda, estima el organismo dirigido por Kristalina Georgieva.
El razonamiento que subyace al documento del FMI es que nunca es buen momento para llevar a cabo una consolidación fiscal, ya que los factores que propician un clima adecuado para llevarla a cabo no dependen de los legisladores,
Los motivos para afrontar la deuda son varios, pero como indican los investigadores del FMI en otro estudio: “Desarrollar medidas de apoyo financiero y fiscales que ayuden a los ciudadanos a lidiar con shocks económicos es más fácil, más barato y más eficaz cuando los países tienen espacio para pedir dinero prestado”.