Es decir, solo un 5% avanza de forma efectiva (valorados en unos 5.300 millones) y prácticamente 102.000 millones aún están en el aire. Este bajo nivel de funcionamiento preocupa al sector privado, ya que podría estar ante un fuerte retraso en el cumplimiento de las previsiones de descarbonización que marca Eiuropa 30. Además, advierten que si solo la mitad de los anuncios se hicieran realidad, que en el caso de Europa implicaría una capacidad de electrolisis de 80 gigavatios, la lucha por captar mano de obra especializada y capacidad de construcción podría aumentar súbitamente los costes.
Esto pone en jaque las previsiones de la propia industria, que espera que el hidrógeno verde satisfaga el 18% de la demanda energética global en 2050 y genere un mercado de 2,3 billones de euros. En total, a nivel global se han anunciado 1.046 proyectos vinculados a hidrógeno renovable. La mayoría de ellos corresponden a iniciativas para su uso a nivel industrial, mientras que menos del 10% corresponde a infraestructura.
España destaca en el contexto europeo ya que es el país, según el Gobierno y el sector privado, donde la producción sería más barata gracias al bajo precio de la producción de energía renovable. El país también espera recibir el mayor proyecto de hidrógeno verde en el continente, anunciado por la petrolera Cepsa el pasado diciembre con una inversión de 3.000 millones de euros en Andalucía. Al mismo tiempo, el Gobierno anunció un acuerdo con Francia y Portugal para construir una inédita infraestructura submarina que conectará a los tres países para el transporte de este combustible.
El verdadero desafío, señalan las empresas, es construir un plan de negocio que sea atractivo y razonable para los inversores, mientras las ayudas públicas aún son limitadas. El problema no es la competencia, sino poder asegurar la venta de la producción a futuro y así convencer al mercado de la apuesta. La fiebre del hidrógeno ha hecho que empresas como Repsol y Naturgy trabajen de forma conjunta, mientras otras sin presencia en el sector energético, como la naviera Maersk, anuncien una inversión de 10.000 millones con dos plantas de producción de metanol verde (subproducto del hidrógeno) en Andalucia y Galicia. Cepsa, por su parte, firmó hace pocos días su primer acuerdo de exportación a clientes en toda Europa a partir de 2026, lo que le permite asegurar buena parte de la generación de sus megaparques en Andalucía. A esto se suman las necesidades de hidrógeno de sus propias refinerías, que buscan reemplazar el hidrógeno gris (generado a partir de fuentes contaminantes) por uno sostenible.
Shell avanza en Países Bajos con otro de los proyectos más grandes a nivel europeo, con su apuesta por una planta electrolizadora en el puerto de Róterdam. Esto le permitirá utilizar esta producción en sus refinerías cercanas, a la vez que construye una cadena de valor que espera se extienda por toda Holanda. La compañía angloholandesa destaca en particular que este proyecto no se trata solo de una presentación, sino que ya está en etapa de construcción. Además, la petrolera complementa su iniciativa con su propio parque eólico marítimo en el mar del Norte.
España se sitúa en el quinto lugar dentro de los países del bloque comunitario en cuanto a subsidios para el desarrollo de proyectos de hidrógeno. Prevé destinar 2.199 millones de euros hasta 2030 para fomentar el sector. Mientras tanto, Alemania tiene previsto desembolsar 17 veces más en el mismo periodo.