Así, el parque de viviendas residenciales y obra nueva son indicadores fundamentales, directamente vinculados a la cobertura de riesgos relacionados con la cobertura de riesgos de los hogares, las comunidades de propietarios y los que cubren los riesgos de construcción. Por su parte, el saldo hipotecario pendiente y la concesión de nuevas hipotecas son indicadores que están directamente vinculados al capital potencial en riesgo, asegurable con un seguro de vida como cobertura en caso de fallecimiento, y los que cubren otras posibles contingencias como invalidez, incapacidad temporal, enfermedad o desempleo de los deudores hipotecarios.
De esta manera, debido a sus amplias y diversas necesidades de cobertura, el mercado inmobiliario es una de las actividades económicas más relevantes en la dinámica del sector asegurador. Esto es cierto, tanto por el lado de la demanda de seguros, que incluye las viviendas, empresas y otras instituciones públicas y privadas propietarias de los inmuebles o titulares de algún derecho sobre ellas, como por el lado de la oferta, que incluye promotores inmobiliarios, constructores, entidades financieras, profesionales de la ingeniería y la arquitectura, agentes inmobiliarios o asesores, entre muchos otros.
Además de la actividad relacionada con la cobertura de riesgos asegurables, los valores emitidos con cobertura hipotecaria y titulizaciones son activos financieros en los que las compañías aseguradoras generalmente invierten, ya que estas emisiones se adaptan muy bien a su perfil de riesgo. Estos activos financieros son extremadamente importantes para el desarrollo del mercado inmobiliario, y su existencia depende en gran medida del nivel de madurez de los mercados de capitales de cada país, facilitando la liquidez de los créditos hipotecarios como vías complementarias al canal bancario.
Además, si bien no son la mayoría, tienen un peso significativo en las carteras de inversión de las compañías de seguros, que variaría según el mercado. En este sentido, destaca el papel que juegan las compañías aseguradoras, que canalizan el ahorro a medio y largo plazo hacia la inversión residencial invirtiendo en este tipo de instrumentos en el mercado hipotecario. Por su parte, además de constituir una cobertura de protección del hogar, las actividades aseguradoras protegen al acreedor hipotecario, reduciendo el riesgo al que están expuestos y facilitando la liquidez a las entidades financieras originarias a través de la titulización hipotecaria.
Mercado inmobiliario residencial y actividades de seguros
La actividad aseguradora relacionada con la cobertura de riesgos domésticos es uno de los principales pilares del segmento de seguros No Vida, junto con los seguros de automóviles y salud, especialmente en las economías más desarrolladas. Las compañías de seguros también ofrecen numerosas coberturas asociadas al proceso de construcción residencial, de riesgos relacionados con préstamos hipotecarios y otros tipos de coberturas como el seguro de impago de alquiler o la hipoteca inversa. Las circunstancias específicas en la forma de contratación de un seguro de vida con cobertura de muerte e invalidez son muy variadas, desde pólizas temporales anualmente renovables, en las que el acreedor hipotecario puede o no ser designado como beneficiario del contrato de seguro, hasta modalidades de seguro de prima única, a veces financiado a través del propio préstamo inmobiliario.
Mientras tanto, el comportamiento del mercado inmobiliario está cada vez más marcado por las pérdidas sufridas en desastres naturales, que han llevado a un aumento de la tasa de siniestralidad por parte de las compañías de seguros en los últimos años. Esto genera brechas de protección para los riesgos que las compañías de seguros y reaseguradores no pueden cubrir. Existen mecanismos para compensar la falta de cobertura disponible en las áreas de mayor riesgo presentes en múltiples mercados, pero son de naturaleza muy heterogénea.
En concreto, el sistema asegurador español de riesgos extraordinarios está considerado un referente de buena gestión a nivel internacional, con un organismo especialmente importante, el Consorcio de Compensación de Seguros, que aporta estabilidad técnica al segmento asegurador multirriesgo. Al igual que muchas otras regiones del mundo, la Unión Europea es vulnerable a casi todos los tipos de catástrofes naturales. Las marejadas ciclónicas, las inundaciones y las inundaciones repentinas, una vez consideradas «secundarias» pero cada vez más importantes, se encuentran entre los principales riesgos de desastres naturales de Europa, causando daños tan graves como se esperaba anteriormente solo por terremotos o huracanes.
La Unión Europea reconoce que el seguro contra riesgos catastróficos es un elemento importante en la adaptación al clima, ya que no solo apoya la distribución de riesgos, sino que también actúa a lo largo de todo el ciclo de gestión de estos riesgos y los desastres cuando se materializan. Cada uno de los países de la Unión Europea gestiona los riesgos catastróficos de manera diferente, con un sistema de seguro privado o una combinación del sector privado y público, en algunos casos de forma obligatoria. Para las organizaciones internacionales que trabajan en el desarrollo sostenible, el seguro es fundamental para mejorar la resiliencia financiera de la sociedad y la recuperación de los desastres climáticos a través de la transferencia y gestión de riesgos.
Entre otras iniciativas, numerosas compañías de seguros y reaseguradores se adhieren a los Principios para el Seguro Sostenible establecidos por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEPFI). Los Principios sirven como un marco global para que la industria de seguros aborde los riesgos y oportunidades ambientales, sociales y de gobernanza. Es la mayor iniciativa de colaboración entre la ONU y la industria de seguros. Sin embargo, a pesar de todos estos mecanismos, todavía existen brechas de cobertura significativas para estos riesgos extraordinarios, que tienden a ser mayores cuando los desastres golpean a los mercados emergentes.