En concreto, el 25,7% de los trenes de Alta Velocidad o Larga Distancia operados por Renfe sufrieron retrasos de hasta una hora en llegada. Estos valores han crecido cinco puntos respecto al año anterior (19,5%) y son casi el doble de las de 2016, año con mayor puntualidad, con apenas un 13,6% de retrasos.
A las incidencias leves hay que sumar las más graves, que aunque son pocas, suelen llamar más la atención. En 2023, un 2% de los trenes comercializados por Renfe superaron los 60 minutos de demora, el límite para reclamar desde ahora la devolución del billete. Ese valor es ocho décimas superior al anotado un año antes (1,2%) y se va alejando del 0,7% registrado en 2016.
Hay que tener en cuenta que en España se considera ‘retraso’ a cualquier tren que llegue tres minutos tarde a su estación de destino, un estándar de calidad que en otros países europeos se sitúa en un rango de 5 y 10 minutos. Pero las cifras muestran cómo, tras la liberalización, los trenes de Renfe llegan más tarde, sea cual sea el servicio. En concreto en 2019, último año de monopolio el 14,2% de los trenes AVE o Larga Distancia llegaron hasta 60 minutos tarde, y un 1% superaron esa hora de demora. Donde antes llegaba tarde 1,5 de cada 10 trenes, hoy lo hacen 2,7. La cosa no está mejor en los servicios de Media Distancia o Avant. Tres de cada diez trenes de estos servicios (el 29,8%) registraron retrasos a su llegada, un valor cinco puntos superior al de 2022 (25,0%) y diez puntos más que en 2019 (20,2%).
La menor puntualidad también se observa en los datos de posventa de la compañía. A lo largo de todo el pasado año, Renfe recibió 353.665 reclamaciones, un 87% más que cuando era monopolio (189.214 en 2019). En la misma línea, cursó un 74% más de devoluciones e indemnizaciones automáticas, hasta alcanzar 1.364.977, frente a las 783.762 de cuatro años antes.
La CNMC cifró en un 6,95% los trenes de Renfe que sufrieron demoras superiores a 15 minutos, en un 4,95% los de Iryo y en un 4,89% los de Ouigo, que ponen en la vía un tercio y diez veces menos trenes que la empresa pública española, que sin embargo sí devolvía el coste de los billetes de los servicios que llegaban más tarde de ese cuarto de hora. Si se analizan los grandes retrasos (más de una hora), las cifras se igualan: En Renfe, dos de cada 100 trenes (1,95%) llegan más de 60 minutos tarde a su destino, en Ouigo son 1,63% del total y en Iryo la cifra baja a 1,24%. En 2022, las compañías española y francesa tenían valores similares (1,22% y 1,19%, respectivamente).
Para Competencia, el diagnóstico es bastante claro: son las operadoras las que causan la mayor parte de incidencias, por lo que se perjudican unas a otras: «El 63% de los trenes retrasados lo son por causas responsabilidad de las empresas, debido a problemas con el material rodante o a decisiones comerciales». El resto lo son por causas imputables al gestor de la infraestructura (Adif), la mayor parte por problemas en la señalización.
Según el ministro estos problemas tienen su origen en que la red está plagada de obras «de las que Renfe no es responsable» y a la existencia de otros dos competidores «que no tienen ese mismo régimen» de indemnizaciones, «y que cuando se les para un tren, también obligan a que se paren los de Renfe».