El oro se ha apreciado más del 10% desde principios de octubre, cuando empezó a cambiar con claridad el estado de ánimo de los inversores sobre los tipos de interés. El mercado ya ha descontado el final del encarecimiento del precio del dinero, lo que está causando una onda expansiva a lo largo y ancho de los distintos activos financieros. Su reciente ascenso también coincide con la búsqueda de refugio que provocó el inicio de la guerra en Gaza, pero se ha visto reforzado por los últimos movimientos en los bonos y en el dólar.
El metal precioso ya tocó la cota de los 2.000 dólares por onza por primera vez desde octubre en la sesión del viernes y hoy se instala sobre ese nivel. Aún está a cierta distancia del máximo anual sobre los 2.050 dólares de mayo y del récord en los 2.063,5 de agosto de 2020, el año de la pandemia. Pero los expertos señalan motivos por los que podría extender su avance.
Su descenso está directamente conectado con la caída del dólar, que a su vez está motivada por el descenso de rentabilidad de los bonos ante la expectativa de fin de las alzas de tipos. Así, el billete verde ha retrocedido entorno al 3% este mes frente a una cesta de otras divisas, lo que ha abaratado la compra de oro para los tenedores de monedas distintas al dólar.
Los expertos señalan que el hecho de que el oro haya rebasado los 2.000 dólares por onza sirve de catalizador al alza y apuntan a que las próximas subastas del Tesoro de EE UU servirán para calibrar la magnitud del apetito por el metal precioso. Si esa demanda flaquea por el descenso de rentabilidades, habrá más motivos para esperar la continuidad del rally del oro.
La plata, aunque mucho más lejos de sus máximos que el oro, también registra una notable subida de precio desde principios de octubre, del 18%, hasta los 24,8 dólares por onza.