Entre estos factores, explican los expertos, se encuentra la depreciación del dólar estadounidense. Y es que el índice del dólar (DXY), un indicador que mide el valor del ‘billete verde’ frente a una canasta de monedas extranjeras, está cayendo entre un 0,6% y un 0,7% frente a sus principales rivales, lo que hace que el oro sea más atractivo para los tenedores de otras divisas.
Por otro lado, el ‘rally’ de aversión al riesgo también está favoreciendo al metal precioso. Los futuros estadounidenses se tiñen de rojo después de un anuncio de Nvidia que no ha gustado nada al mercado, ya que el gigante tecnológico ha informado que tendrá que asumir un cargo de 5.500 millones de dólares después de que EEUU haya limitado la venta a China de sus unidades de procesamiento gráfico H2O.
Por otro lado, las continuas compras por parte de bancos centrales y los flujos constantes hacia los fondos cotizados (ETF, por sus siglas en inglés) respaldados por oro siguen impulsando el impulso alcista del metal.
En el ambiente actual, numerosos expertos afirman que el oro seguirá siendo el valor refugio por excelencia mientras permanezca la incertidumbre que impera en el mercado. Buena prueba de ella es su avance en lo que va de año, que supera el 20%, el cual le ha permitido renovar máximos históricos de forma sucesiva en las últimas semanas. Por si fuera poco, firmas como Goldman Sachs o UBS consideran que el metal precioso todavía no ha tocado techo y puede seguir subiendo en las próximas jornadas. De hecho, la firma neoyorquina considera que la onza podría alcanzar los 3.700 dólares a finales de este año, en la que es el tercer cambio de opinión con esta materia prima en 2025.
De igual modo, el mercado está pendiente del presidente de la Reserva Federal (Fed), Powell, que este miércoles tiene previsto compartir en el Club Económico de Chicago sus perspectivas sobre la economía de EEUU. El presidente de la Fed se ha mostrado bastante cauto en las últimas semanas ante el potencial efecto que pueden tener los aranceles en la inflación, actitud que se ha visto explicitada en las actas de la última reunión del banco central.