De este modo, la falta de agua redujo la producción de la pasada campaña a unas 660.000 toneladas, cifra que registra menos de la mitad que la anterior cosecha. Además, los expertos aseguran que si no llueve este año, la previsión para la siguiente campaña de los olivareros es que sea igual de baja o incluso que roce mínimos, por lo que un cambio climatológico por pequeño que fuera, mejoraría el escenario de este producto que a día de hoy escasea, y por tanto elevan su precio.
Por tanto, se trata de una situación «coyuntural» que se tiene previsto que se supere en el momento en el que las lluvias favorezcan la producción, según a señalado el responsable del aceite de la organización agraria COAG, Juan Luis Ávila. Sin embargo, el responsable del sector del aceite de Cooperativas Agro-alimentarias de España, Sánchez de Puerta, muestra su preocupación por lo que vaya a pasar en el futuro e indica que si «esta situación de sequía ha venido para quedarse» hay que plantearse «una política hídrica que aumente la superficie de riego en el olivar».
El precio medio del aceite de oliva virgen extra ha alcanzado niveles récord de hasta 9,40 euros el litro, mientras que en origen el precio en observatorios como Infaoliva es de 7,9 euros el kilo, el más alto del que tienen registro. En los lineales el precio está tan alto que Sánchez de Puerta no considera que pueda aumentar ya mucho más, aunque advierte de que dependerá mucho de cómo vayan evolucionando las ventas. Ávila, por su parte, considera que, si bien el precio actual «no tiene precedentes, se le está dando una importancia que no tiene». El representante de COAG explica que el aceite de oliva es un producto que se consume en poca cantidad, a una media de 30 o 35 litros al año por familia, y que la subida de precio apenas supone «20 o 30 céntimos más al día en la cesta de la compra». «Estamos acostumbrados a pagar a precio de saldo un producto de mucha calidad que utilizamos en poca cantidad y ahora estamos dando demasiada trascendencia en una situación excepcional que en cuanto llueva se va acabar».
De momento, los despachos de aceite de oliva han disminuido un 20,32% en los seis primeros meses de 2023, situándose en 125,7 millones de litros, según datos de la Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles (Anierac). Esta caída en la demanda no ha conllevado una ajuste de los precios por esta vía y, de hecho, en origen la comercialización sigue siendo «buena», a juicio del responsable del olivar de UPA, Cristóbal Cano. No obstante, la media mensual de salidas, entre el mercado nacional y el de exportación, ha disminuido un 36% respecto a la temporada pasada, hasta las 90.500 toneladas, según datos de Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA).
El resto de los aceites comestibles han disminuido de precio un 20,3% en el primer semestre de 2023, acorde al IPC, y sus ventas han aumentado un 1,17% en este periodo respecto a la primera mitad del año pasado, hasta los 172,99 millones de litros, según Anierac. Este panorama le preocupa a Ávila, quien indica que «no se puede perder un producto que está en la base de la dieta mediterránea, como es el aceite de oliva, por una subida coyuntural que afecta en 20 céntimos al día».
Los representantes del sector coinciden en que pese a que los precios están más altos en nada se están beneficiando los agricultores, ya que con tan poca cosecha no pueden compensar los elevados costes que pagan para producir. «Siempre hemos reivindicado, y más ahora en un escenario de precios como el que tenemos, la aplicación de la ley de la cadena alimentaria y un observatorio de precios y de márgenes comerciales que reconozca el trabajo de cada uno de los eslabones de la cadena», expresa Cano. El representante de UPA añade que en la actual situación de sequía el Gobierno debería de haber otorgado ayudas específicas para el olivar, algo que no ha hecho.