El gas comenzó el lunes y el martes repuntando fuertemente su precio ante la perspectiva de que el caluroso verano que está azotando a los países mediterráneos espoleara un incremento en la demanda. Tras dos sesiones en las que repuntó un 7,6% y un 8,8% respectivamente, el miércoles bajó un 11,8%, el jueves apenas se movió y este viernes se ha confirmado que el pesimismo ante unas flojas perspectivas económicas en Europa en general y en Alemania en particular es más fuerte que esa creencia de que el calor subirá el consumo.
Los analistas de Citigroup prevén que la demanda baja y los altos niveles de los inventarios europeos inclinarán la balanza hacia un precio del gas relativamente bajo. Hasta el momento, según datos de Bloomberg, en los últimos meses el consumo de la materia prima ha permanecido por debajo de la media histórica después de que la crisis energética fruto de la desconexión de Rusia obligara a Gobiernos, empresas y hogares a recortar el consumo de gas. Este menor gasto combinado con las altas reservas están propiciando una sensación de seguridad que se refleja en el precio, incluso, a pesar de que Europa todavía sigue siendo vulnerable a disrupciones de suministro en el corto plazo.
La producción de Alemania, principal locomotora económica de Europa, ha permanecido estancada durante más de un año y las perspectivas apuntan a que esto permanecerá siendo así durante los próximos meses. Aunque el precio del gas está lejos de los máximos que marcó a finales de agosto de 2022, fechas en las que alcanzó un precio que superó los 311 euros MW/h ante la gran incertidumbre que golpeaba a Europa de cara al primer invierno sin suministro ruso, el precio actual casi duplica la media de entre 2019 y 2021. El gigante químico BASF afirmó en sus resultados trimestrales que, en algunos casos, esto llevó a cortes en la capacidad de producción temporales o permanentes en la industria química europea.