Y es que el PP ha arrasado a nivel global tanto en las doce comunidades autónomas donde había elecciones como en las grandes ciudades, convirtiéndose en casi todas ellas en el partido más votado.
El hundimiento socialista también es total y global, y podría quedarse con la menor representación institucional de toda la etapa democrática. Jamás el PSOE ha tenido menos poder autonómico y municipal si se consolidan los resultados, donde ha perdido plazas tan importantes como Extremadura, Comunidad Valenciana o Aragón; y capitales emblemáticas como Sevilla, Valladolid o Gijón. Además, los socialistas por no ganar no ganan ni en Barcelona, como pretendían. De hecho, el PSOE sólo conserva el poder en Asturias; en Navarra si vuelve a pactar con Bildu con el consiguiente desgaste a nivel nacional, y en Castilla-La Mancha, donde García-Page por la mínima logró mantener la mayoría absoluta en un recuento de infarto y que sitúan al líder castellano-manchego como el único que ha resistido la marea azul, y esto tendrá consecuencias de cara al futuro.
Pero especialmente llamativa es la debacle en uno de los territorios que históricamente fue uno de sus feudos, como es Andalucía. El PSOE pierde todas las capitales de provincia, diputaciones que llevaban décadas en manos socialistas y grandes ciudades. La puntilla de la noche para los socialistas ha sido que también han perdido las elecciones municipales en el cómputo total por cerca de 700.000 votos y más de tres puntos. Y aquí el PSOE de Pedro Sánchez sale más que tocado porque daban por hecho que se mantendrían como fuerza más votada aunque fuese por un escaso margen.
El PP, además, acudirá a las elecciones bajo el inequívoco liderazgo de Núñez Feijóo, que sin duda alguna rentabilizará los espectaculares resultados obtenido por su partido bajo su mandato. La contundente victoria de Isabel Díaz Ayuso en Madrid sólo se puede enmarcar dentro del triunfo incontestable de los populares en toda España, pero no significativamente más destacado y más en un territorio siempre fiel al Partido Popular. Por ello, cualquier veleidad de aspirar a más no sería entendida.
Y es que, aunque no hubiera elecciones autonómicas, uno de los grandes triunfadores de la noche fue el presidente de Andalucía, Juanma Moreno, que ha dado un vuelco al mapa municipal andaluz como no se ha conocido en toda la historia. Y si los votos son lo que dan poder a los barones de los partidos, Moreno está acumulado mucho y se perfila como uno de los escuderos clave de Feijóo.
Por otro lado, el resultado del 28M consolida a Vox como tercera fuerza de este país y logra representación política en todos los parlamentos y en las principales Alcaldías. Además, se ha convertido en la llave para que el PP pueda gobernar en la mayoría de los territorios donde ha sido el partido más votado pero no ha obtenido mayoría absoluta, y ahora falta por saber qué pedirá a cambio y sí condiciona ese apoyo a entrar en los gobiernos autonómicos como ya hizo en Castilla y León.
Además, en casi todos los territorios la formación de ultraderecha queda por delante de Unidos Podemos que ha cosechado un rotundo fracaso. La formación morada parece difuminar su representación política en todas las instituciones y queda casi como fuerza marginal o, en muchos casos, desaparece como le ha ocurrido en Madrid, tanto en la Comunidad como en el Ayuntamiento; al igual que en la Comunidad Valenciana.
Finalmente, Ciudadanos desaparece del panorama político y ni siquiera Begoña Villacís consiguió entrar como concejala. El partido naranja ha sido vampirizado por completo por el PP, que es lo que ha cambiado el mapa político con respecto a 2015 y 2019.