Las políticas que su administración planea implementar reflejan un enfoque claramente orientado hacia el apoyo a las industrias tradicionales, particularmente los combustibles fósiles, y una disminución del respaldo institucional a las energías limpias y sostenibles. Este cambio de dirección plantea retos significativos para quienes defendemos un enfoque ético y sostenible en las inversiones.
Desde que comenzó su candidatura y ahora su mandato, Trump ha dejado claro su compromiso con la desregulación ambiental y el impulso a la extracción de petróleo y gas en terrenos federales, tanto en tierra como en agua. La reactivación de proyectos energéticos que habían sido limitados por la administración de Biden, como la exportación de gas natural licuado (LNG), beneficia directamente a las compañías petroleras, mientras que la eliminación de restricciones dificulta la competitividad de las energías renovables. Estas decisiones, combinadas con la eliminación de créditos fiscales para tecnologías limpias, incrementan las barreras para el desarrollo de proyectos sostenibles y reducen su atractivo para los inversores.
El sector de la energía eólica, en particular, podría ser impactado negativamente. Los proyectos offshore (generación de electricidad a partir de turbinas eólicas situadas en plataformas sobre el mar), que habían mostrado un gran potencial en la costa este, enfrentan ahora una paralización debido a las críticas directas del presidente. Mientras tanto, el apoyo a las plantas de carbón y el freno al cierre de instalaciones contaminantes representan un retorno a prácticas energéticas que aumentan las emisiones y contradicen los esfuerzos globales por mitigar el cambio climático.
En este contexto, las inversiones sostenibles enfrentan una serie de desafíos. La disminución en incentivos para energías limpias, unida al incremento de subsidios para los combustibles fósiles, cambia la dinámica de los mercados. Proyectos previamente rentables en términos de sostenibilidad ahora enfrentan mayores costos y una mayor incertidumbre regulatoria. Al mismo tiempo, la volatilidad generada por estas políticas climáticas ha empezado a alterar las preferencias de los inversores, quienes ahora demandan mayores garantías y transparencia en los proyectos sostenibles.
Más allá de las implicaciones económicas, el regreso de Trump también trae consigo un impacto social significativo. La amenaza de deportaciones masivas y las políticas migratorias restrictivas podrían afectar industrias que dependen de la mano de obra inmigrante, como la agricultura y la construcción, sectores que frecuentemente están vinculados a proyectos de sostenibilidad. Este deterioro social, junto con el aumento de la desigualdad, desincentiva las inversiones de impacto diseñadas para mejorar el bienestar de las comunidades más vulnerables.
A nivel global, la posible retirada de Estados Unidos de los acuerdos climáticos y de sostenibilidad representaría un obstáculo para la cooperación internacional en temas medioambientales. La falta de compromiso de una de las economías más grandes del mundo reduce la efectividad de los esfuerzos colectivos para enfrentar el cambio climático y limita el financiamiento de proyectos de impacto global.
Frente a este escenario, nuestra postura como asesores de inversiones de impacto sigue siendo clara: la rentabilidad no puede comprometer los principios. Aunque el entorno político pueda favorecer sectores menos sostenibles (como los combustibles fósiles, sector defensa, empresas tecnológicas e incluso las criptomonedas), creemos que la diversificación y un enfoque a largo plazo son fundamentales para enfrentar estos cambios. Continuaremos defendiendo inversiones que equilibren riesgo, retorno y sostenibilidad, mientras gestionamos las carteras para mitigar los riesgos asociados a este nuevo contexto.
El regreso de Trump pone de manifiesto la necesidad de redoblar nuestros esfuerzos para construir carteras resilientes que no solo resistan los cambios de políticas desfavorables, sino que también sigan contribuyendo a un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente. Este es el momento para reafirmar nuestro compromiso con una inversión que refleje nuestros valores y principios, incluso en un entorno menos favorable.