La industria química ha sido uno de los sectores más afectados durante la crisis energética de 2022 y 2023, ya que su producción depende en gran medida del petróleo y del gas. La elevada inflación y las políticas monetarias restrictivas han provocado un aumento de los precios de las materias primas, generando efectos negativos en la demanda.
Durante 2024, se ha producido un repunte del sector en Estados Unidos y Europa Occidental, apoyado por la bajada de los precios de la energía y la recuperación de la demanda de sectores compradores y consumidores clave, lo que elevó el crecimiento al 3,8%. Sin embargo, las previsiones para 2025 y 2026 son más moderadas, con un 2,9% y un 3,3%, respectivamente. El riesgo de crédito del sector se sitúa en niveles elevados en República Checa, Francia, Polonia y Eslovaquia.
La evolución del comercio mundial es muy importante para el sector por lo que la nueva política arancelaria de Estados Unidos podría tener impacto directo en sus proyecciones de crecimiento. Actualmente, es difícil estimar en qué medida afectará al rendimiento de la industria química mundial en 2025 y 2026 ya que la Administración estadounidense está elaborando planes para imponer aranceles a todos los países que gravan las importaciones estadounidenses, lo que podría fragmentar los mercados internacionales, reducir la eficiencia y perturbar las cadenas de suministro establecidas.
En la eurozona, según el informe de Crédito y Caución, se prevé que la producción química crezca un 2,1% en 2025 y un 2,6% en 2026, apoyada por una leve recuperación tanto del consumo privado como de la producción industrial. Los recientes recortes de los tipos de interés han aliviado la presión sobre los productores.
Sin embargo, aunque los precios de la energía han bajado desde 2023, los productores europeos siguen preocupados por la evolución que experimentará a largo plazo. Es probable que los precios del gas se mantengan por encima de los niveles anteriores a la crisis, ya que Europa sustituye el gas ruso por importaciones mundiales de gas natural licuado. Esto debilita la competitividad a largo plazo frente a los rivales estadounidenses y asiáticos, los mercados que actualmente tiene mayor fortaleza. A ello se suma el reto de tener que cumplir con unas normativas medioambientales que implican una mayor inversión por parte de las empresas.
Por subsectores, se prevé que los productos químicos básicos, la pintura y los agroquímicos serán los que experimenten un mejor comportamiento con un crecimiento del 3,9%, 3,4% y 2,3%, respectivamente. En este sentido, sectores como la electrónica, la automoción y la industria aeroespacial presentarán una mayor demanda de materiales de alto rendimiento. Esto está creando oportunidades para que la industria química desarrolle materiales que satisfagan necesidades específicas. Por otra parte, el sector químico se enfrenta a ciertas limitaciones como su fuerte dependencia de los precios del petróleo y el gas así como de materias primas procedentes de diversas regiones del mundo, por lo que las interrupciones de la cadena de suministro, causadas por tensiones geopolíticas, aumento del proteccionismo, catástrofes naturales o problemas logísticos suponen un riesgo a la baja.
En los próximos años, Asia-Pacífico seguirá siendo el principal motor del crecimiento de los productos químicos, seguida del sector químico estadounidense, que se beneficia del suministro de gas de esquisto. Las empresas químicas europeas se enfrentarán a desventajas competitivas debido a unos precios de la energía estructuralmente más altos tras la expiración de los suministros de gas ruso. La industria química se caracteriza por una intensa competencia. Las empresas más grandes suelen tener economías de escala y mayores recursos, lo que puede afectar a las empresas más pequeñas.