En agosto, la atención se centró en China, ya que los problemas del sector inmobiliario y algunas noticias económicas desalentadoras suscitaron inquietud sobre el estado de la economía del país. Esto desencadenó una huida generalizada del riesgo, y los traders se han decantado por el dólar estadounidense y el franco suizo, monedas consideradas refugio, en detrimento de las divisas de mayor riesgo. De hecho, todas las divisas del G10 terminaron el mes a la baja frente al dólar, mientras que casi todas las de los mercados emergentes se han depreciado, con las divisas asiáticas encabezando la caída.
Uno de los principales acontecimientos en el mercado de divisas el mes pasado fue la apreciación del dólar estadounidense frente a casi todas las demás divisas. El índice del dólar estadounidense ha subido más de un 2,6% en el último mes, debido a la aversión al riesgo y a los buenos datos estadounidenses. La economía estadounidense experimenta un crecimiento sólido, a pesar de las agresivas subidas de tipos de la Fed, y una inflación en descenso, lo que aumenta las posibilidades de un aterrizaje suave.
Por el contrario, los temores de estanflación se han avivado recientemente en la eurozona, lastrando al euro, que cerró agosto con una caída de casi el 2% frente al dólar. El deterioro económico de la eurozona y la persistencia de la inflación en el bloque han aumentado los riesgos de una recesión prolongada. Los últimos datos, en particular los débiles índices PMIs, han confirmado la incertidumbre de las perspectivas macroeconómicas, mientras que las recientes cifras de inflación han empeorado el panorama. Esto ha llevado a una reevaluación, y una rebaja, de las expectativas de tipos de interés del BCE, lo que ha lastrado al euro.
Agosto tampoco fue un buen mes para la libra, que actualmente cotiza en torno al nivel de 1,26 por dólar, tras haber superado el umbral de 1,31 en un momento dado a mediados de julio. Los débiles índices PMIs británicos, que indican que la alta inflación y la subida de tipos están afectando a la actividad empresarial, han reducido las expectativas del mercado sobre las subidas de tipos del Banco de Inglaterra, lo que puede explicar en parte parte la depreciación de la libra.
Tras unos meses de verano relativamente tranquilos, esperamos que la volatilidad repunte en septiembre. La política monetaria de los bancos centrales seguirá siendo, sin duda, uno de los principales causantes de la volatilidad de los mercados. En la mayoría de los casos, los ciclos de endurecimiento de los principales bancos centrales han concluido o están llegando a su fin, mientras que sus homólogos de los mercados emergentes mantienen o inician un proceso de relajación de la política monetaria.
El primer gran banco central en reunirse este mes fue el Banco de la Reserva de Australia (05/09), que, tal y como se esperaba, mantuvo los tipos sin cambios, tras los indicios de relajación de la inflación y el empeoramiento de las perspectivas de crecimiento tanto a nivel nacional como mundial. El Banco de Canadá se reunió el 06/09, y tal y como se esperaba, mantuvo los tipos sin cambios, ante la desaceleración de la economía canadiense. Por ahora, mantenemos nuestra opinión de que el ciclo de subidas del BoC ha terminado, aunque el banco advirtió que podrían llevarse a cabo nuevas subidas en caso de que la tendencia inflacionista se mantenga por encima del 2%.
El Banco Central Europeo se reunirá el 14/09. Creemos que el BCE se encuentra entre la espada y la pared, ya que mientras los principales indicadores macroeconómicos se debilitan, la inflación subyacente muestra pocos signos de una tendencia desinflacionista significativa. Por tanto, el debate se centra ahora en si el BCE dará prioridad al crecimiento o a la inflación. En nuestra opinión, el ligero descenso de la inflación general y la debilidad de los datos económicos respaldan los argumentos a favor de una pausa. Sin embargo, los datos de inflación subyacente siguen siendo incompatibles con los objetivos del BCE y podrían justificar la necesidad de al menos una subida más, posiblemente en octubre.
La tercera semana de septiembre será ajetreada en cuanto a decisiones de política monetaria, ya que se reúnen nada menos que seis de los diez bancos centrales del G10: el Riksbank (19/09), la Reserva Federal (20/09), el Banco Nacional Suizo (21/09), el Norges Bank (21/09), el Banco de Inglaterra (21/09) y el Banco de Japón (22/09). Por lo que respecta al Riksbank, los mercados prevén en su mayoría una subida de tipos de 25 puntos básicos, y otra de la misma magnitud en noviembre con una probabilidad del 50% según los swaps. Aunque la evolución de los datos de inflación podría animar a los responsables políticos a adoptar una postura agresiva, los recientes indicios de ralentización de la actividad podrían reducir la necesidad de un mayor endurecimiento.
En cuanto a la Reserva Federal, creemos que la relajación del mercado laboral y el descenso de la inflación restan presión a la Fed para que suba más los tipos en las próximas reuniones. En línea con las expectativas del mercado, creemos que una subida de tipos en septiembre queda totalmente descartada, y tampoco creemos que esté justificada una subida de tipos en noviembre. De hecho, creemos que el ciclo de endurecimiento de la Fed ya ha llegado a su fin, y ahora existe la posibilidad real de un recorte de tipos en el primer trimestre de 2024.
En su última reunión de junio, el Banco Nacional de Suiza volvió a subir los tipos en 25 puntos básicos, llevándolos al 1,75%, su nivel más alto desde finales de 2008. Además, el banco revisó al alza sus previsiones de inflación para 2024 y 2025, lo que se consideró una señal agresiva. Desde entonces, el banco ha mantenido un tono agresivo, y aunque el BNS ha sido menos explícito con respecto a sus planes, los miembros del BNS, incluido el Presidente Jordan, han insinuado que los tipos podrían volver a subir. Teniendo en cuenta las previsiones de inflación de junio y la atención prestada por el banco a los efectos de segunda ronda, creemos que se avecina otra subida de 25 puntos básicos en la reunión de septiembre, aunque podría ser la última del ciclo actual.
También esperamos que el Norges Bank vuelva a subir los tipos en su reunión de septiembre. Tal y como se esperaba, el banco subió los tipos en 25 puntos básicos, hasta el 4%, en agosto. Tanto el consenso del mercado como las previsiones de junio del Norges Bank asumen una nueva subida de tipos, muy probablemente en septiembre (como se indicó en la última reunión). No se descartan nuevas subidas más allá de esa fecha, como subrayó la gobernadora del banco central noruego, Ida Wolden Bache, aunque dependerán de los datos entrantes.
También se espera que el Banco de Inglaterra vuelva a subir los tipos este mes. En su reunión de agosto, el BoE subió su tipo de interés oficial en 25 puntos básicos, hasta el 5,25%. El Comité de Política Monetaria votó 6-3 a favor de la subida de un cuarto de punto: dos miembros preferían una segunda subida consecutiva de 50 puntos básicos y uno votó a favor de mantener los tipos sin cambios. El banco señaló que se asegurará de que los tipos de interés sean lo suficientemente restrictivos durante el tiempo suficiente para que la inflación vuelva al objetivo del 2% de forma sostenible a medio plazo. Esto sugiere que es muy probable que se produzca otra subida de tipos de 25 puntos básicos este mes, aunque no se espera que la votación sea unánime.
El último banco central del G10 en reunirse en septiembre será el Banco de Japón. El BoJ ha sido el único de los principales bancos centrales del mundo que no ha subido los tipos durante el actual ciclo de subidas mundiales, ya que el comité de fijación de tipos se ha mantenido firme en su política monetaria ultra laxa. Aunque todavía no se ha materializado un cambio hacia una postura más agresiva bajo la nueva dirección, creemos que el ajuste de la política de control de la curva de rendimientos del banco a finales de julio constituye un primer paso importante en el camino hacia la normalización de la política monetaria. En nuestra opinión, esto abre la puerta a un abandono del YCC en algún momento de los próximos meses y, potencialmente, a una tan esperada primera subida de los tipos de interés en el primer semestre de 2024.
Los próximos datos sobre inflación serán clave para la futura política monetaria y las divisas. En la mayoría de los casos, las tasas de inflación general parecen haber tocado techo, aunque esto está relacionado en gran medida con la fuerte caída de los precios mundiales de la energía. Las tasas subyacentes de crecimiento de los precios al consumo, que excluyen componentes volátiles como los alimentos y la energía, siguen siendo elevadas, en general, y muy superiores a los objetivos de los bancos centrales, lo que justifica un mayor endurecimiento de la política monetaria en la mayoría de los casos. Sin embargo, cualquier indicio de que esta métrica también empieza a descender de manera sostenida, como se observa en EE.UU., frenará a los bancos centrales de llevar los tipos a niveles excesivamente restrictivos, ya que, en general, los responsables políticos parecen cada vez más preocupados por sus respectivas perspectivas de crecimiento, ya que una ralentización del crecimiento parece cada vez más plausible en muchos casos.
Como de costumbre, también estaremos atentos a los PMI de actividad empresarial de S&P Global (22/09), uno de los indicadores más actualizados y que mejor miden el estado de la economía. Últimamente, estos índices han empeorado, sobre todo en la eurozona y el Reino Unido, reavivando los temores de recesión. En Estados Unidos, el índice compuesto cayó a su nivel más bajo desde febrero y se situó justo por encima del crecimiento plano (50,4 en agosto). En el Reino Unido, cayó en terreno contractivo por primera vez desde enero (48,6), al contraerse tanto el sector manufacturero como el de servicios. En la Eurozona, el PMI compuesto decepcionó en agosto y se mantuvo en terreno contractivo (46,7), lo que apunta al mayor ritmo de contracción de la actividad del sector privado de la región desde noviembre de 2020.
Como ya se ha dicho, creemos que la actividad del mercado volverá a la normalidad en septiembre. Esperamos que la volatilidad aumente en las próximas semanas, sobre todo por la incertidumbre que existe en torno a las próximas decisiones de política monetaria de los bancos centrales. Muchos bancos centrales parecen enfrentarse a una disyuntiva entre crecimiento e inflación, y aún está por ver hacia qué lado se inclinará la balanza en muchos casos. Las próximas cifras de inflación, que siguen siendo clave para la política monetaria de los bancos centrales, y los datos de actividad, que darán pistas sobre la posibilidad de recesiones, serán clave en las próximas semanas. A medida que las tasas de inflación disminuyen y la actividad se resiente en algunos casos, es probable que el foco de atención se desplace hacia las pausas en los ciclos de endurecimiento y, en algunos casos, hacia el calendario de los recortes de los tipos de interés.