Desde que tuvieron lugar las explosiones en septiembre de 2022, siete meses después de la invasión por parte de Moscú, se han escuchado diferentes teorías. Entre los que señalan a la CIA se encuentra el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, quien lo califica como “un acto de terrorismo llevado a cabo en el dirección obvia de los americanos”.
Pero en realidad, la idea surgió “de una noche de borrachera” y fue financiada por empresarios ucranianos. Así al menos lo señala la exclusiva publicada por Wall Street Journal que cuenta con todo tipo de detalles la controvertida operación que agravó la gran crisis energética en Europa.
“Siempre me río cuando leo especulaciones en los medios sobre alguna gran operación que involucraba servicios secretos, submarinos, drones y satélites”, asegura de manera anónima al rotativo un oficial que estuvo involucrado en la trama. “Todo surgió de una noche de borrachera y de la determinación férrea de un puñado de personas que tuvieron el valor de arriesgar sus vidas por su país”, matiza.
Fue en mayo de 2022, durante una cena en la que un grupo de altos cargos militares y empresarios ucranianos celebraban el éxito de su país a la hora de detener la invasión rusa, cuando surgió el plan ejecutado finalmente por un equipo de seis personas, una combinación de soldados ucranianos y civiles con experiencia relevante. “Animado por el alcohol y el fervor patriótico, alguien sugirió un siguiente paso radical: destruir Nord Stream”, dice el artículo.
La operación utilizó financiación privada, pero fue dirigida por un general del ejército en servicio, que dependía del entonces comandante en jefe de Ucrania, Valerii Zaluzhnyi, convertido hoy en embajador de Ucrania en el Reino Unido. El presidente Zelenski la habría aprobado, pero antes de que pudiese ser puesta en práctica, los servicios de inteligencia holandeses -que desde el derribo del avión MH17 de Malaysia Airlines sobre el Donbás, ha desarrollado una importante red de información en Ucrania- se enteraron del plan e informaron a la CIA.
Washington, según el rotativo, exigió a Zelenski que abortase la operación. Pero cuando el presidente ucraniano se puso en contacto con Zaluzhni pidiendo que la cancelase, éste último siguió adelante de todos modos. De acuerdo con tres fuentes familiarizadas con dicha conversación, Zaluzhni le habría dicho al presidente ucraniano que ya estaba en marcha y que el equipo de sabotaje estaba incomunicado y no se podía contactar con él sin exponer toda la operación. “Se le dijo que era como un torpedo: una vez que lo disparas contra el enemigo, ya no puedes volver a traerlo, sigue adelante hasta que hace ‘boom’”, explicó un alto funcionario ucraniano con conocimiento de la conversación.
Zaluzhnyi asegura al rotativo que no sabía nada sobre la operación y calificó las acusaciones de “mera provocación”. Ucrania siempre ha negado su participación en la explosión y ayer un portavoz de Zelenskiy volvió a acusar a Rusia de llevar a cabo el sabotaje. “Un acto así sólo puede llevarse a cabo con amplios recursos técnicos y financieros… ¿y quién poseía todo esto en el momento del bombardeo? Sólo Rusia”, dijo Mykhailo Podolyak a Reuters.