Los datos de septiembre (+119 000 puestos de trabajo, desempleo del 4,4 %) superan ligeramente lo esperado, pero la tendencia sigue siendo frágil: la media trimestral cae a +62 000 empleos y las revisiones han sido muy negativas.
El modelo «nacimientos-muertes» explica una proporción anómala del crecimiento del empleo y apunta a que las nóminas no agrícolas podrían haberse sobreestimado en hasta 90 000 empleos al mes.
Con la inflación contenida pero crecientes riesgos laborales, un recorte de tipos en diciembre sigue siendo una hipótesis plausible, mientras que la «niebla» sobre los datos tardará en disiparse.
Tras 43 días de parálisis estadística en EE. UU., vuelven por fin los datos oficiales de empleo, pero lejos de aportar claridad, confirman que el mercado laboral entra en una fase de creciente incertidumbre. En primer lugar, ya estamos a las puertas de diciembre, mientras que los últimos datos publicados se refieren a septiembre, un mes para el que el consenso de Bloomberg estimaba un aumento de solo 50 000 nuevos puestos de trabajo, la previsión mensual más baja desde diciembre de 2020, cuando los cierres debidos al COVID-19 hicieron caer las expectativas sobre las nóminas no agrícolas.
Los datos reales de septiembre mejoran ligeramente las expectativas, pero no reducen la preocupación: +119 000 nuevos empleados, con una tasa dedesempleo que ha subido al 4,4 %. El desempleo mantiene la trayectoria ascendente y constituye el principal elemento de incertidumbre. Además, las revisiones han vuelto a deteriorar los meses previos: agosto terminó en negativo y la media móvil trimestral se sitúa en solo 62.000 puestos de trabajo al mes, un nivel por debajo del «punto de equilibrio» necesario para estabilizar la tasa de paro. Es difícil pensar que una única lectura, además tardía, pueda cambiar el panorama económico.
Las dificultades no terminan aquí. El margen de error estadístico, igual a ±136 000 puestos para la primera estimación mensual con un 90 % de confianza, hace que una cifra de 50 000 sea potencialmente compatible con un resultado real comprendido entre -86 000 y +186 000. Las revisiones recientes subrayan este problema: en los tres meses hasta julio restaron 274.000 empleos, y en seis meses, una media de –81.000. Niveles similares solo se habían visto en la recaída pospandemia.
Otro foco de cautela es el modelo «nacimiento-muerte» (birth-death model) utilizado por la Oficina de Estadísticas Laborales para estimar el empleo generado por las empresas que abren o cierran. En ciclos económicos de transición, este modelo tiende a sobreestimar la creación de empleo, y ha alcanzado su nivel más critico desde 2003: en agosto, el 86 % del crecimiento neto anual del empleo procedía precisamente al modelo. Se registró un precedente similar en enero de 2008, cuando la recesión ya había comenzado. Comparado con los datos reales de la encuesta QCEW, sugiere que las nóminas podrían estar infladas en unos 90.000 empleos al mes. En otras palabras, el empleo podría haber comenzado a contraerse en 2025, incluso si los datos oficiales no lo reflejan aún.
En un contexto donde las presiones inflacionistas siguen contenidas pero los riesgos laborales aumentan, la posibilidad de un recorte de tipos por parte de la Fed en diciembre se mantiene sobre la mesa. El sendero más probable apunta a una desaceleración adicional del empleo en los próximos meses y a que la «niebla» estadística tarde en disiparse. El moderado aumento de los salarios sigue sosteniendo los ingresos agregados de los hogares, pero el balance general de los riesgos parece apuntar a un mayor debilitamiento del mercado laboral en los próximos 6-12 meses, acompañado de un posible aumento de la tasa de desempleo. Dado que las presiones inflacionistas parecen estar bajo control, el gradual empeoramiento del mercado laboral podría ser un argumento a favor de nuevos recortes de los tipos, con un posible retorno del tipo de referencia de la Fed a un nivel neutral, en torno al 3 %, para 2026. Y aunque el Comité esté dividido, un recorte en diciembre continúa siendo una posibilidad real.
En resumen, los datos publicados tras el cierre no despejan dudas: los indicadores convergen en señalar una desaceleración del empleo. Es poco probable que la «niebla» sobre los datos se disipe rápidamente: el efecto combinado del cierre administrativo, los retrasos estadísticos, los amplios márgenes de error y las revisiones profundas dificultan extraer conclusiones sólidas. La fortaleza del mercado laboral estadounidense es ahora más difícil de leer que nunca, y exigirá interpretar con cautela los próximos indicadores para determinar la verdadera trayectoria de la economía.

