Esto significa que la tasa de pobreza entre la población ocupada (11,9%) fue superior a la de desempleo al cierre del año pasado (11,7%), según se desprende del último informe sobre el estado de la pobreza en España que ha elaborado la European Anti Poverty Network. Hay cerca de 2,5 millones de empleados en esta situación, cuyos ingresos son un 22,1% inferiores a los que necesitarían tener para dejar atrás la pobreza. Es decir, la mediana de sus rentas tendría que aumentar 2.423 euros anuales o lo que es lo mismo, unos 200 euros al mes. En términos porcentuales, esta brecha de ingresos se encuentra en su nivel más bajo desde 2008 -el inicio del histórico de datos-. Fue en 2015 cuando esta diferencia fue más amplia (31,7%) pero en 2021 volvió a rebasar el 28%, de acuerdo con el análisis elaborado por la red europea.
El estudio menciona la intensa subida del salario mínimo (SMI) registrada desde el año 2018 -del 48% para 2023- y pone de relieve que en la década que transcurrió desde 2008 hasta esa primera cifra solo se había incrementado en 136 euros brutos al mes. Otro informe publicado esta semana, en este caso por la OCDE, también se refería a estos incrementos como una herramienta útil que ha servido para «elevar los salarios bajos, recortado la desigualdad entre sueldos y reducido la pobreza laboral». Además, constataba que la subida del 22% aplicada en 2019 no había tenido los efectos negativos en el empleo de los que habían advertido algunos organismos como el Banco de España.
«El análisis de las tasas de pobreza entre la población empleada según el tipo de contrato muestra correlación con la temporalidad y el tipo de jornada» apuntan los expertos. El 17,9% de las personas que tienen un contrato temporal se encuentran en situación de pobreza, mientras que esta proporción se sitúa en el 7,8% en el caso de los contratos fijos. «Las tasas de pobreza entre quienes tienen contrato fijo presentan desde el año 2008 cierta estabilidad si se compara con quienes tienen contratos eventuales, cuyos valores oscilan más y llegan a superar el 25% en los peores años de la Gran Recesión y durante la crisis de la covid-19» señala el estudio. Una evolución que podría verse alterada por el aumento del peso de los trabajadores fijos discontinuos.
El año pasado, la renta media de los hogares con trabajadores pobres era de 7.705 euros brutos al año, mientras el umbral de pobreza estaba fijado en 10.990 euros (el 60% de la mediana del país). Esta es la media, de forma que hay 890.000 personas que pese a tener un empleo se encontraban en situación de pobreza severa (40% de la mediana) y vivían con una renta inferior a los 4.521 euros anuales, por lo que necesitarían ingresar más del doble de lo que ahora ganan para salir de esta situación (6.469 euros). El estudio pone el ejemplo de una unidad de convivencia compuesta por dos adultos y dos menores, un caso en el que los ingresos disponibles serían inferiores a 200 euros mensuales por persona.