En una conferencia junto a Agustín Carstens, director del Banco de Pagos Internacionales (el banco central de los bancos centrales), y a Mário Centeno, gobernador del Banco de Portugal y miembro del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo, Escrivá ha puesto el foco en lo difícil que es fijar la política monetaria en un contexto de mayor presión con la llegada al poder de corrientes más autocráticas en algunos países y de crecientes acontecimientos negativos inesperados.
«Los cisnes negros han sido cada vez más habituales en los últimos 15 años», ha dicho Escrivá, poniendo como ejemplos la Gran Crisis financiera, la posterior crisis de deuda en la eurozona, la crisis sanitaria sin precedentes con el coronavirus y los conflictos bélicos en Europa en mismo suelo europeo. «Tenemos que usar instrumentos saliéndonos de nuestro ámbito habitual», ha puesto de relieve el también miembro de Consejo de Gobierno del BCE y exministro de Pedro Sánchez en una mesa redonda destinada precisamente a poner en solfa la necesidad de autonomía de los bancos centrales a la hora de dictar su política monetaria.
«La independencia de los bancos centrales es un logro institucional que no puede darse por sentado. Para responder a los desafíos actuales, resulta fundamental reforzar la eficacia y la credibilidad de la autoridad monetaria en el cumplimiento de su misión, delimitar con claridad el marco legal que la sustenta y potenciar su transparencia y rendición de cuentas ante la sociedad», ha afirmado Escrivá.
En su exposición, el gobernador ha advertido contra el euroescepticismo, al que ha calificado de variante del populismo y una amenaza para la independencia de los bancos «muy peligrosa si termina cuajando». «Los bancos centrales nos movemos en un entorno retador en el que hay un contexto de mayores actitudes autocráticas en algunos gobiernos y en el que estamos abordando una gran variedad de funciones. Para responder a estos desafíos, debemos ser eficaces y tener mandatos concretos y bien delimitados «, ha instado el jefe del organismo supervisor. «Cuanto más autócrata es un Gobierno, más difícil la relación».
Por otro lado, Escrivá ha apuntado que «la realidad es que los bancos centrales cada vez hacemos más cosas porque nos imponen más responsabilidades» vinculadas con funciones secundarias de apoyo. Por ello, ha pedido «pararse y reflexionar» ya que, según su punto de vista, «estos otros objetivos no se pueden desarrollar con el nivel de autonomía e independencia con el que desarrollamos la política monetaria». En este sentido, ha incidido en la importancia de ser «extraordinariamente rigurosos, objetivos y reduciendo al máximo los espacios de discrecionalidad».
«Es muy peligroso que se perciba que decisiones como los tipos de interés se toman lejanamente en Fráncfort y en inglés», ha puesto como ejemplo Escrivá, recordando el daño que hizo durante la crisis financiera el mantra de que «hay unos señores en Bruselas, no elegidos, burócratas, que toman las decisiones». «Tenemos que hacer un esfuerzo constante de comunicación y proximidad», se ha comprometido.
Dentro de la complejidad de su tarea, Escrivá ha reconocido que es fácil recordar el axioma de que los poderes delegados que tienen los bancos centrales tienen un límite muy claro: no pueden tomar decisiones que tengan un fuerte impacto sobre la redistribución de la renta. Sin embargo, ha admitido, a veces el proceso se complica y acaba generando «dilemas». Un argumento que ha compartido el mexicano Carstens bajo la metáfora de que el fue «primero borracho y luego cantinero», refiriéndose a que primero fue político encargado de Economía y después banquero central. Un paralelismo al que también se ha adscrito Centeno, que también fue político (llegó a ser jefe del Eurogrupo, la reunión de ministros de Finanzas de la eurozona) y después banquero central.
Precisamente, ha sido Cartens el que ha iniciado el acto explicando los fundamentos teóricos de los bancos centrales. Una alocución en la que ha resaltado que «la independencia de los bancos centrales es un componente fundamental de la ingeniería social orientada a preservar el valor del dinero y mantener la inflación bajo control». Carstens también ha destacado que «los marcos de política monetaria han servido bien a la sociedad, aunque si las circunstancias se presentan, podrían revisarse para garantizar su eficacia. Al hacerlo, se debe poner cuidado de no sobrecargar los mandatos de los bancos centrales». El director general del BPI considera que los estatutos de autonomía de la gran mayoría de los bancos centrales comparten una estructura lógica que ha probado ser acertada, aunque ve margen para afinar en capítulos como la composición de órganos de gobierno y los procesos de asignación del gobernador, así como precisar más los mandatos de estabilidad financiera.
Continuando con la necesidad de autonomía de los bancos centrales, Carstens ha destacado que, si bien hay un consenso sobre su pertinencia, «no existe una fórmula única en su adopción». «No hay una fórmula mágica», ha subrayado, añadiendo que esto depende también de idiosincrasias nacionales, la inflación y la estabilidad financiera.
No obstante, en general, Carstens considera que los estatutos de autonomía de la gran mayoría de los bancos «comparten una estructura lógica que ha probado ser acertada» encaminada a reforzar la confianza, porque eso va a hacer que la institución sea más efectiva en el cumplimiento con sus funciones. «Por lo general no hay que trastocar los pilares fundamentales, defendido el director del BPI en referencia a cuestiones como la composición de órganos de gobierno, los procesos de asignación del gobernador o miembros del directorio.
Asimismo, el mexicano también ve margen para seguir avanzando como bancos centrales en precisar más los mandatos de estabilidad, los instrumentos, sobre todo a la luz de la complejidad creciente del sistema financiero. «La gran mayoría de los pilares fundamentales están ahí y funcionan muy bien, aunque sí hay algunos márgenes donde podría haber algunas ideas interesantes para mejorar el Estatuto de Autonomía», ha reiterado, afirmando que, si se contempla alguna modificación, esta debe ser en el sentido de reforzar la autonomía y aumentar su legitimidad.
En su turno, Centeno ha afirmado que «la independencia no es un estado de ánimo, sino la capacidad técnica para elaborar análisis rigurosos y materializarlos en decisiones conscientes en aras del interés público». El luso ha defendido que «es muy importante entender que la capacidad de los instrumentos que tenemos es parcial ante complejas situaciones y es fundamental la coordinación, porque si no estaremos remando ante una marea muy violenta».
También ha hecho hincapié el funcionario del BCE en la importancia y al mismo tiempo la dificultad de comunicar su labor a la sociedad, especialmente las consecuencias de no seguir sus políticas: «Es la comunicación del contrafactual la tarea más importante del banco central, explicar a la sociedad por qué una política monetaria es necesario».
Con un tono más desenfadado, Centeno ha reivindicado a los banqueros centrales como «personas aburridas» poco propensas a los cambios bruscos. «Queremos hacer las cosas suavecito, como un bolero», ha elegido como metáfora, al tiempo que ha tirado de otro metáfora musical para poner de manifiesto las dificultades de su tarea. «Jugar a la vida a veces duele, y nuestras decisiones a veces causan cierto dolor», ha dicho parafraseando a la canción de la mexicana Amparo Ochoa. «Tomamos decisiones cada seis semanas, pero estamos siendo evaluados todos los días. Millones de decisiones se toman cada día mirando a lo que decimos», ha proseguido Centeno, redoblando en su discurso la exigencia que se autoimpone la banca central. «No podemos transmitir incertidumbre, porque los demás esperan que les podamos explicar por donde vamos, aunque la realidad sea compleja». Por último, ha reconocido que, para mantenerte independiente, tienes que tener una capacidad técnica top, no nos podemos quedar atrás».