Tras meses de intenso trabajo, la reforma -que busca mejorar los ingresos del sistema con medidas como el destope de las bases máximas- encara su recta final con unos plazos cada vez más ajustados en un año marcado por la doble cita electoral. «Antes de Semana Santa habrá un acuerdo», aseguraba esta semana en Bruselas el propio Escrivá tras reunirse con el comisario de Economía, Gentiloni, y reconocer que se estaba yendo «detalle por detalle» en una reforma compleja de «mucho calado» que se quiere llevar al Consejo de Ministros en las próximas semanas.
Junto a la eliminación progresiva del tope por el que cotizan los salarios más elevados, ese denominado destope, la otra pata de la reforma pasa por elevar el periodo de años que se tienen en cuenta para calcular la pensión, una subida que irá acompañada de otras medidas para hacer, defiende Escrivá, el sistema más equitativo.
En ese planteamiento, la Seguridad Social se ha encontrado con el rechazo de Podemos, contrario a elevar este periodo, y de los sindicatos, que consideraban que este elemento no debía haber entrado en el perímetro de esta negociación. Escrivá ha mantenido durante esta semana que ampliar el periodo de cómputo sigue formando parte del paquete de medidas de la reforma, aunque se desconoce si será de la forma planteada inicialmente -pasar progresivamente de los 25 años vigentes a 30 años, pero computando solo los 28 mejores- o con cambios para poder terminar de encajar la negociación.
En ese contexto, el objetivo del Ministerio es terminar de cerrar todos los detalles con Bruselas cuanto antes para volver a sentarse con los sindicatos, la patronal y las fuerzas parlamentarias antes de llevar la norma al Consejo de Ministros.