En concreto en esta ocasión es Indonesia la que supera a España, que queda relegada al puesto decimosexto del tablero mundial. De este modo, España quedará fuera del grupo formado por las quince economías más importantes del mundo. El dato aislado podría parecer anecdótico, pero si se analiza con profundidad (echando la vista atrás) se puede ver el drama que vive la economía española desde el estallido de la crisis financiera de 2007. Más de dos décadas pérdidas en las que los recursos se han concentrado en sectores poco productivos, no transables/exportables (los años de la burbuja se destinaron grandes recursos a la construcción de vivienda) y que no fueron aprovechadas para implementar un cambio del modelo de crecimiento real. No obstante, como punto positivo cabe destacar que la economía española es hoy algo más competitiva y consigue crecer sin generar desequilibrios. Aun así, cuando se observa la panorámica, la vista es decepcionante.
España llegó a ser la octava economía del mundo entre 2004 y 2007, pero tras la crisis financiera, otra crisis de deuda soberana (que casi se lleva por delante el euro) y la dura recesión del covid, la economía nacional ha caído, superada por países emergentes (que presentan un crecimiento de la población más alto) y desarrollados (que se han comportado mejor en términos de productividad). El crecimiento de España en los últimos 20 años ha sido prácticamente inexistente.
Según revelan los datos del CEBR, para finales década de 2030, la economía de España seguirá ocupando la decimosexta posición. En concreto, CEBR «Pronostica que la tasa anual de crecimiento del PIB en España se desacelerará hasta quedar en un promedio del 1,6% en los próximos cinco años, y posteriormente disminuirá hasta el 1,5% anual entre 2029 y 2038. Como resultado, España caerá un lugar en la Tabla de la Liga Económica Mundial durante los próximos 15 años, del puesto 15 en 2023 al 16 en 2038».
Por otra parte, los autores del informe esperan que en el año 2038, el último de la proyección del CEBR, China sea ya la primera potencia del mundo, mientras que el resto de la clasificación quedaría de la siguiente forma: EEUU la segunda, India tercera, Japón cuarta, Alemania la quinta, Reino Unido la sexta, Francia caerá un puesto y será séptima, Brasil la octava, Corea del Sur la novena, Canadá la décima, Indonesia ya ocupará la decimoprimera posición, Italia la decimosegunda, Australia la decimotercera, Rusia la decimocuarta, México la decimoquinta y España la decimosexta, seguida cada vez más de cerca por Turquía.
Las estimaciones de la ONU muestran que la población seguirá aumentando en Indonesia hasta superar los 320 millones de personas en 2050. Para Turquía, la proyección señala también un aumento de la población hasta superar los 95 millones de habitantes en 2050. Por el contrario, las mismas proyecciones de la ONU revelan que la población de España comenzará a reducirse de forma inminente e incluso caerá por debajo de los 40 millones de habitantes (hoy tiene más de 47 millones) a partir de 2075. Esta caída de la población (sobre todo población en edad de trabajar) lastrará sobremanera el PIB potencial de España. Salvo una revolución productiva o un milagro de algún tipo (hallazgos de materias primas, boom de natalidad…), todo hace indicar que la economía de España irá quedando relegada a una posición cada vez más discreta a nivel mundial.
No obstante, resulta importante señalar que el tamaño del PIB de una economía no está relacionado directamente con el bienestar de las personas. Más allá de las crecientes críticas al PIB como indicador (no tiene en cuenta contaminación, desigualdad…), lo cierto es que el PIB absoluto dice muy poco el bienestar de los ciudadanos, aunque sí dice mucho del peso e importancia de esa economía a nivel global. Aun así, el PIB per cápita, algo más ajustado a la realidad económica de las personas, tampoco queda bien parado, como señalaba en párrafos anteriores la OCDE. Países como Bulgaria adelantará a España en PIB per cápita en las próximas décadas gracias a un mayor crecimiento esperado de la productividad, según mostraba el informe de la OCDE.