«El shock del suministro de energía sigue siendo muy caro para los europeos. La UE incurrió en costes adicionales debido a las medidas de sustitución y ahorro», explica Fiedler, economista de la firma germana. No obstante, dado que los precios de referencia se han corregido desde finales de 2022, los costes mensuales adicionales de importación han disminuido significativamente, lo que hará que el consumidor, «probablemente», tenga que pagar menos por el gas en 2023/24 que el invierno pasado.
Asimismo, la demanda se ha mantenido por debajo de los puntos de referencia, algo esencial para evitar la escasez. «En junio, el uso de gas fue un 16% más bajo de lo habitual para esa época del año, en línea con el ahorro del 15% que asumimos en nuestro pronóstico de referencia», añade Fiedler. Con todo, los expertos aclaran que el consumo es cíclico y que la verdadera ‘prueba de fuego’ llegará cuando bajen las temperaturas.
En este sentido, el almacenamiento es clave y, hasta el momento, la UE sigue bien encaminada para llenar lo suficiente sus instalaciones de gas antes del próximo invierno y poder afrontarlo sin riesgos de escasez ni restricciones impuestas por los Gobiernos. «Se han logrado avances sustanciales en el llenado de las instalaciones de almacenamiento de gas y ya están al 90% de su capacidad, unos niveles que superan el máximo para esta época del año en el periodo de referencia 2015/20», comentan desde Berenberg.
Incluso creen que la parada de producción planificada en el campo de gas de Groningen el próximo 1 de octubre no afectará sustancialmente al suministro europeo general, ya que los datos mensuales de abril y mayo muestran que la mayor parte de la producción de gas holandés en los Países Bajos proviene de otros campos. De hecho, remarcan que la caída del 16% de las importaciones en junio son el reflejo de estos altos niveles de almacenamiento, que reducen la necesidad de comprar gas a un precio que todavía es elevado.
La calma que vive la UE no es solo de cara a esta temporada, sino también para el periodo 2024/25. Una época que logrará pasar sin preocuparse por el suministro.
«Los riesgos han retrocedido un poco más. Nuestros escenarios indican un peligro de escasez en el invierno de 2024/25 solo si se materializan al menos dos de los tres peligros, es decir, cierre de todos los oleoductos rusos, clima más frío en al menos uno de los próximos dos inviernos o menos ahorro de gas», afirma Fiedler.
Al mismo tiempo, es probable que el uso de gas en la UE continúe disminuyendo en respuesta a unos precios que aún permanecen altos y a una transición acelerada a los combustibles no fósiles.
«Los riesgos de escasez disminuirán aún más si los ahorros futuros exceden nuestras suposiciones».